Durante la Revolución, dependencias como el Hospicio de Pobres, la Casa de Niños Expósitos y las Escuelas Correccionales para Menores trataron de brindar albergue y educación a los desamparados de su época.
En México existe una diversidad muy amplia de juguetes, entre los que destacan los más populares y tradicionales, elaborados por artesanos de diferentes estados de la República. De origen religioso muchos de ellos, estos artefactos se convirtieron con el tiempo en sinónimos de recreo, divertimento y alegría, además de que han alentado la imaginación de niños y jóvenes. Ahora, incluso, son objeto de colección.
Desde los inicios de México como nación independiente, la escuela era vista por liberales y conservadores como un canal fundamental para la transformación social. Por ello, pusieron en marcha nuevos proyectos para sustituir los textos escolares que se empleaban desde el periodo novohispano por otros que promovieran el estudio del civismo, la historia y la geografía nacional.
La fascinación que causa el trompo entre chicos y grandes es innegable; pero, lo que pocos saben de este juguete que ha sorprendido a muchísimas generaciones de niños, es que es uno de los más antiguos de la historia, teniendo nombres y variantes estéticas en casi todas las culturas del mundo. Vienen a la mente ejemplos como perinola, spun, dreidel o snurra.
El reloj marcaba las 7 de la noche cuando por primera vez, el 15 de octubre de 1934, se escuchó a través de la magia de la radio, una voz singular que decía "¿Quién es ese que anda ahí?, es Cri-Crí, es Cri-Crí, ¿Y quién es ese señor? El Grillo Cantor”. Era la voz de un personaje que cautivó con sus composiciones a niños y adultos, Francisco Gabilondo Soler, creador de un programa que haría historia en las emisiones radiales de la XEW, en aquella época La voz de la América Latina desde México.
La hazaña de los niños regiomontanos que maravilló al mundo del beisbol en 1957.
Los mexicanos han ganado tres veces la Serie Mundial de los niños: en 1957 con el juego perfecto de Ángel Macías; en 1958 con un excelso picheo de Héctor la Malita Torres, y en 1997 remontando el marcador al hacer cuatro carreras en la última entrada. Los tres equipos han sido de Nuevo León.
Al asumir el cargo de virrey de la Nueva España el 20 de septiembre de 1816, el teniente general Juan Ruiz de Apodaca tomó posesión de un territorio que se encontraba en plena guerra intestina con miles de muertos a su paso. Era natural que la población de la ciudad de México fijara su atención en él y esperara expectante sus primeras disposiciones. En los iniciales días, no se observó otra cosa que la aplicación de algunas medidas económicas y visitas a los cuarteles, hasta que el 5 de noviembre apareció impreso su primer bando: ¡una prohibición para volar papalotes en la ciudad!
Con la industrialización del siglo XX se configuró la producción de dulces en grandes cantidades; algunos ejemplos fueron las pastillas de menta Usher (1902), la cajeta de la Hacienda Coronado (1927), los dulces Laposse (1939), la chocolatera Larín (1924), la chocolatera Morelia Presidencial (1930), los Dulces de la Rosa (1945), los chocolates La Corona (1946) y Dulces Vero (1950).
La nueva alimentación traería consigo vino, dulces y pan. El trigo y la caña formarían parte de los nuevos cultivos, que a su vez propiciaron la creación de panes de dulce y azúcar. Mientras tanto, el cacao coexistía en los nuevos sembradíos dando lugar al chocolate, bebida que protagonizaría tardes y noches novohispanas de comilona.