Justo Sierra

Jaime Bali Wuest

 

Baje a la playa la dulce niña

perlas hermosas le buscaré;

deje que el agua durmiendo ciña

con sus cristales su blanco pie.

Fragmento/Playeras/Justo Sierra

 

Apenas unos meses después de la toma de la Ciudad de México por las tropas norteamericanas, el 26 de enero de 1848, vio la luz en el puerto de Campeche, Justo Sierra Méndez. Como a muchos de los intelectuales destacados del siglo XIX le tocó crecer y vivir en un país convulsionado por las batallas entre liberales y conservadores y la presencia de tropas extranjeras en el territorio nacional.

Desde muy pequeño recibió la influencia de su padre, don Justo Sierra O'Reilly, destacado jurisconsulto, agudo periodista y, por si fuera poco, historiador y escritor. Muy pronto abandonaría Justo Sierra la escuela en Mérida para trasladarse, obligado por la muerte de su padre, a la Ciudad de México donde continuó sus estudios, primero en el Liceo Franco-Mexicano y años después en el Colegio de San Ildefonso. En esa época dio muestras de su vocación literaria al publicar, en 1868, sus primeros trabajos literarios. Tres años después, siguiendo los pasos de su padre, se recibió de abogado.

Polifacético como muchas de las figuras de su época incursionó muy temprano en la dramaturgia, con su obra Piedad, y publicó su novela El ángel del porvenir. Su obra poética Playera y Las conversaciones de domingo aparecen publicadas en el Monitor Republicano, iniciando así su colaboración en periódicos y revistas que le darían gran prestigio. También fue diputado y ministro de la Suprema Corte de Justicia. Durante largos años, maestro de la Escuela Nacional Preparatoria donde impartió la cátedra de Historia. Como parte de esta actividad académica publicó, Evolución política del pueblo mexicano, libro de texto que contribuyó a la formación política de varias generaciones.

Inspirado en las ideas del positivismo en boga participó en el ámbito de la enseñanza. Fue nombrado por el presidente Díaz, Ministro de Educación, en 1905. Estableció el primer Sistema de Instrucción Pública en México de carácter laico y sentó las bases para la refundación de la Universidad Nacional, en 1910. En 1911, con la caída del régimen de Díaz, renunció a su cargo y regresó a su cátedra en la Escuela Nacional Preparatoria. Pero esto no es todo, don Justo Sierra Méndez, además de abogado, literato, periodista, político, maestro, formador de nuevas generaciones y fundador de instituciones nodales en la historia de nuestro país, fue un hombre de pensamiento libre que abrazó las ideas del positivismo y defendió con la letra y la palabra los que fueron sus más firmes ideales.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Justo Sierra” del autor Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 9.