Irlanda es un territorio que a lo largo de su historia ha padecido invasiones y hambrunas que marcaron a sus habitantes. La invasión y posterior anexión de una parte de la isla a Inglaterra en 1801, después de una fallida revolución de independencia en 1798, fomentó que varios irlandeses voltearan a ver al continente americano y que a muchos de ellos llamaran su atención las guerras independentistas de estas tierras entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.
En efecto, la guerra de independencia de las Trece Colonias, la invasión napoleónica a España y la reacción de las colonias americanas ante la crisis peninsular provocaron simpatías entre algunos irlandeses que rechazaban la presencia inglesa en sus tierras y que vieron en el continente americano un lugar donde comenzar de nuevo.
Migraciones hacia América
Durante los años veinte del siglo XIX varios irlandeses tomaron camino hacia América. Si bien la mayoría viajaba a Estados Unidos, otra parte se trasladó al recién independizado México –de la mano de compañías mineras inglesas–, en busca de las otrora riquezas españolas. Las autoridades mexicanas, por su parte, procuraron esa inmigración irlandesa; sin embargo, los resultados fueron mínimos, y la inmigración fue más el resultado de esfuerzos personales que producto de proyectos de gran envergadura.
Cabe mencionar que la travesía a América era bastante difícil, e incluso varios irlandeses murieron en el intento por llegar a Canadá o a Estados Unidos, pues “las embarcaciones eran demasiado pequeñas e inadecuadas para transportar a tantos pasajeros en una travesía larga”, de acuerdo con Ester Díaz Morillo. No obstante, los irlandeses continuaron arriesgando su vida, sobre todo a raíz de las crisis de hambruna provocada por la plaga de las patatas que azotó a la isla entre 1845 y 1851. Las papas eran el alimento principal de los irlandeses, por lo que, al no poder suplirlas con otros productos, muchos de ellos perecieron y otros tantos huyeron de la isla en busca de un lugar donde trabajar y sobrevivir. Este contexto permite entender por qué a mediados del siglo XIX Irlanda era visto como un país de emigrantes.
Una vez desembarcados en Estados Unidos, e incluso en Canadá, el siguiente paso era buscar un modo honrado de ganarse la vida, empero no resultaba fácil. Por esta razón, el ejército se convirtió en una oportunidad para todos aquellos recién llegados, principalmente porque en 1846 la Unión Americana se preparaba para declararle la guerra a México y había necesidad de hombres que ingresaran a las fuerzas armadas. Así las cosas, las tropas del general Zachary Taylor se conformaron de 3,900 efectivos, de los cuales casi la mitad eran oriundos de Irlanda, Gran Bretaña o Europa occidental, de acuerdo con Robert Ryal Miller.
Un llamado a la deserción
Cuando los generales mexicanos Pedro de Ampudia y Mariano Arista se enteraron de la composición de parte del ejército estadounidense, comenzaron una campaña propagandística encaminada a convencer a la mayor cantidad posible de irlandeses de desertar de sus filas y defender los colores mexicanos.
Para lograr su cometido, Ampudia y posteriormente Arista imprimieron volantes en inglés para exhortarlos a “abandonar la desesperada y profana causa […] depongan sus armas y corran a nosotros, y los acogeremos como verdaderos amigos y cristianos”; además, les prometieron tierras según su rango en el ejército (aunque la cantidad mínima para un soldado raso era de 320 acres, es decir, aproximadamente 128 hectáreas).
Como podemos ver, las autoridades mexicanas apostaban a las diferencias religiosas, así como al trato entre los irlandeses y los estadounidenses para convencerlos de desertar. Eso sí, para asegurar la lealtad de los desertores, los mexicanos se apuraron a advertir que las tierras se entregarían hasta el final del conflicto. Al final, los diferentes llamados de la oficialidad nacional lograron que algunos irlandeses desertaran de las filas estadounidenses. Uno de ellos fue John Riley, quien a la postre, junto con Patrick Dalton, se encargó de liderar al Batallón de San Patricio.
Para conocer más de éste y otros interesantes temas, adquiere nuestro número 206, de diciembre de 2025, disponible en nuestra tienda en línea.
