Un viaje a la Isla Tiburón (Tahéjöc) con los comcaac

Edmundo Kossio

Para los comcaac (seris), la isla Tiburón es un sitio sagrado donde mucha sangre de sus antepasados fue derramada debido a la persecución, violencia y desplazamiento de los que fueron objeto. También fue lugar de subsistencia de sus familias durante cientos de años. Un lugar remoto, desértico e inhóspito en el que establecían campamentos y caminaban de un lugar a otro en busca de alimento y agua. Como pescadores y cazadores, en esa región se desplazaban por grandes extensiones y hacia otras islas pequeñas.

La isla Tiburón es la más grande del golfo de California (1,200 km2). Ubicada frente a la costa desértica de Sonora, está separada del continente por el canal del Infiernillo (Xepe Cossot), donde se encuentran Punta Chueca (Socaaix) y Desemboque (Haxöl Iihom), ambos pueblos comcaac. La costa del canal es rica, con manglares y esteros que fueron declarados como sitio Ramsar, lo que implica que quedaron internacionalmente protegidos para la conservación de la biodiversidad y la vida humana; además, para los comcaac son lugares sagrados.

Durante largo tiempo he convivido con ellos en los dos pueblos de la costa, y conversado en sus hogares, sus ramadas, en el desierto, alrededor de las fogatas o a la orilla del mar; he convivido con hombres y mujeres que nacieron o vivieron en dicha isla. Han compartido conmigo los significados de este lugar por el recuerdo de sus antepasados.

En cierta ocasión, con ellos crucé de Punta Chueca a Tiburón, al “puerto español” en Panga, que no es un puerto, sino el punto en la costa de la isla donde desembarcaban tropas españolas, y luego el ejército mexicano, en busca de los seris. De allí partimos hacia al interior en un carro que tienen en la isla para llevar a grupos a realizar investigaciones, hasta el punto donde tuvimos que comenzar a caminar.

Acampamos al lado de una higuera y, como es su costumbre, charlamos en la noche, alrededor de la fogata, sobre los tiempos pasados, los peregrinares de las familias para llegar desde la playa a los aguajes y arroyos (donde muchos fueron exterminados), y de otros temas en torno a la situación actual de la isla.

Luego caminamos hasta el ojo de agua, que tiene un letrero que indica su valor arqueológico y cultural y que debe ser respetado; es Pazj Háx uno de los campamentos más importantes y antiguos en isla Tiburón, en la sierra montañosa central, donde habitaron los antepasados. Un lugar lleno de recuerdos tristes y nostálgicos, donde se abastecían de agua, recogían frutos y vainas del monte, y cazaban, pues también a ese aguaje llegaban animales sedientos, como el borrego cimarrón o venados. Un lugar bondadoso para ellos.

Continuamos nuestra caminata durante cinco horas, por cerros y cañadas de muy difícil acceso, pero así nos dábamos cuenta de la experiencia que habían vivido numerosas familias durante las calcinantes temperaturas del verano o en el implacable invierno. Luego llegamos a Simin Hax, otro campamento antiguo en la sierra central Comcaac, donde también encuentran refugio en sus cuevas, en las que se protegían en sus desplazamientos para subsistir a las persecuciones.

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