1944, verano. Por esa fecha, los artistas plásticos Leopoldo Méndez y Pablo O’Higgins ofrecieron una conferencia magistral en la Universidad de Chicago, ante una rumorosa muchedumbre estudiantil, acerca del movimiento muralista mexicano y del colectivo de artistas plásticos denominado Taller de Gráfica Popular (TGP), fundado en México por ambos en 1937. Al finalizar la charla, una jovencísima estudiante se acercó y, con la cara encendida y la voz emocionada, los colmó de preguntas y curiosidades. Antes de terminar la conversación, la mujer de 19 años se presentó: “Me llamo Marienne Yampolsky Urbach, soy estudiante de Ciencias Sociales”.
La conferencia y el contacto con Méndez y O’Higgins –originario de Utah, pero avecindado en México desde 1924 por invitación de Diego Rivera– fue determinante y reveladora para Mariana Yampolsky, quien desde muy joven había intuido su vocación hacia las artes. Su padre Oskar Yampolsky, que practicó la escultura, la pintura y la fotografía (Mariana conoció desde niña ese arte), había fomentado y animado en ella la devoción y el amor por la escritura y las artes gráficas.
Una nueva patria
Aquel 1944 estuvo colmado de dichas y sinsabores. En marzo murió su padre. Entonces, Marianne –que aún no adoptaba el nombre de Mariana– tomó la aventurada decisión de viajar a México sin saber absolutamente nada de español. Acaso la tristeza por la muerte de su padre, así como el entusiasmo por conocer en carne propia el trabajo del TGP la hicieron arribar a nuestro país a finales de ese año.
Con una diminuta maleta a cuestas y un enorme deseo por aprender, Mariana arribó a las puertas del TGP, que por aquel entonces sesionaba en un viejo edificio de la calle Regina, en el centro de la Ciudad de México. Méndez y O’Higgins fueron sus anfitriones, la recibieron con cariño, la introdujeron en el círculo cultural del Taller y le ayudaron a instalarse en la capital, en un cuartito de azotea en la avenida Dr. Río de la Loza, número 18.
Yampolsky fue la primera mujer miembro del TGP, seguida de Elizabeth Catlett (escultora y grabadora afroestadounidense, también nacionalizada mexicana y fallecida en 2012), quien se integraría al Taller al año siguiente.
Pronto, Mariana se matriculó en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, en donde fue alumna del maestro costarricense Francisco Zúñiga. Sin embargo, en realidad, su gran escuela fue el TGP. Ahí conoció y trabajó hombro a hombro con José Chávez Morado, Luis Arenal Bastar, Alberto Beltrán (su primera pareja sentimental), entre otros.
Como sabemos, el TGP –que en un primer momento llevó el nombre de Taller Editorial de Gráfica Popular– nació en 1937, tras la disolución de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), que apoyó los ideales de la Revolución mexicana. Por su parte, el TGP ponderaba los preceptos del llamado “renacimiento artístico mexicano”, que pugnaba por un arte público, socialmente comprometido y al servicio del pueblo.
Así, el TGP era solidario con las causas sociales de sindicatos o partidos de izquierda, así como de obreros, trabajadores y campesinos. Ayudaba, entre otras cosas, en el diseño de propaganda, pancartas, carteles o volantes de mano para convocar a mítines, huelgas o marchas. Todo esto atrajo mucho a Mariana, pues coincidía con sus convicciones ideológicas.
Para conocer más de éste y otros interesantes temas, adquiere nuestro número 201, de julio de 2025, disponible en nuestra tienda en línea.