El matrimonio de María Josefa Mijares y Mariano García se vio empañado por peleas frecuentes debidas a las infidelidades del esposo con diversas mujeres, entre ellas una española de familia “decente”. Por ello, tras una más de las infidelidades de su marido y conocer la herencia que le había dejado su padre al fallecer, la Mijares decidió entablar una demanda de divorcio.
En 1816, la capital del virreinato de la Nueva España vivía en una calma aparente que apenas encubría las heridas de los recientes levantamientos fracasados en conatos de la soñada independencia que parecía remota. La paz de los hogares podía cobijar otro tipo de tensiones, celos, envidias y rencores, alimentados por la hipocresía de alardes de virtudes morales y prácticas piadosas. En ocasiones estallaba algún escándalo, como el que se vivió en junio, cuando la señora María Josefa Mijares fue a refugiarse en el convento de Santa Isabel, mientras tramitaba la demanda de divorcio contra su marido Mariano García. El pleito conyugal se hizo público y las autoridades abrieron un expediente que puso al descubierto la tormentosa relación de la pareja.
Dos circunstancias contribuyeron a agotar la paciencia de María Josefa hasta el extremo de abandonar su hogar. Sin duda le afectó la última aventura de su marido, que resultó más duradera y escandalosa que las anteriores infidelidades. Se trataba de una señora española de familia “decente”, pero de reputación algo turbia, que llegó a escribirle a la esposa en tono desdeñoso. Pero lo decisivo pudo ser la noticia de que había fallecido su padre y le dejaba en herencia 7,000 pesos. Decididamente, no deseaba compartirlos con Mariano y su nueva amante.
El 20 de mayo de 1816 recibió la noticia, el 21 entabló, en secreto, la demanda de divorcio y comenzó a gestionar su aceptación en el convento de Santa Isabel, al que, dos semanas después, se trasladó con lo que consideraba su ajuar y algunos objetos que al parecer no le pertenecían, puesto que formaban parte de las prendas depositadas en préstamo por las clientas de García.
No consta en los expedientes la sentencia del juicio de divorcio y solo queda imaginar nuevas turbulencias en unas vidas más complicadas de lo que imaginamos en la sociedad novohispana. Los detalles del proceso, con frecuencia propios de una novela picaresca o de un relato escabroso, permiten asomarse a un mundo menos remoto de lo que creíamos.
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Pilar Gonzalbo Aizpuru. Doctora en Historia por la UNAM. Profesora-investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y directora del Seminario de Historia de la Vida Cotidiana de dicha institución. Es profesora emérita del Sistema Nacional de Investigadores y en 2007 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Autora de numerosos libros, entre ellos Introducción a la historia de la vida cotidiana (2006), Vivir en Nueva España (2009), Educación, familia y vida cotidiana en el México virreinal (2013), Los muros invisibles. Las mujeres novohispanas y la imposible igualdad (2016), Del barrio a la capital. Tlatelolco y la Ciudad de México en el siglo XVIII (2017) y Seglares en el claustro. Dichas y desdichas de mujeres novohispanas (2018). También ha sido responsable de importantes publicaciones colectivas, entre las que destaca la obra Historia de la vida cotidiana en México (5 t., 2004-2006).
Gonzalbo Aizpuru, Pilar. "El extraordinario caso de la Mijares", Relatos e Historias en México, núm. 142, Pp. 30-33.
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