Treinta contra cuatrocientos

La última batalla de Iturbide, junio de 1821

Gerardo Díaz

Tras la proclamación del Plan de Iguala y la creación del Ejército Trigarante el 24 de febrero de 1821, bastaron siete meses para que nuestro territorio se emancipara de España. Tras una década de guerra, se puede pensar que esta etapa tuvo el mínimo derramamiento de sangre y que el virreinato simplemente se desmoronó políticamente. Lo cierto es que los fieles a la Corona continuaron peleando hasta el último poblado.

 

Como Primer Jefe del Ejército de las Tres Garantías, Iturbide intentó convencerlos de unirse al plan de manera pacífica, aunque la insurgencia dependió de distintos focos de rebelión encabezados por adhesiones de oficiales como Anastasio Bustamante, José Joaquín de Herrera o Antonio López de Santa Anna, que ocasionaron cientos de muertos en cada enfrentamiento.

De a poco los trigarantes fueron ganando plazas importantes como Valladolid (hoy Morelia), la cual pasó a su control el 22 de mayo. Después de eso, el plan de Iturbide fue rendir a Querétaro, para lo cual concibió aislarla de México apoderándose de San Juan del Río, una población ubicada en el camino entre las dos ciudades. Ordenó a Bustamante dirigirse ahí con las fuerzas de Guanajuato y posteriormente él hizo lo mismo desde Valladolid.

El camino que optó era muy próximo a Querétaro en un punto llamado El Pueblito, hoy cabecera municipal de Corregidora, por lo que fue avistado desde la ciudad por el brigadier Domingo Luaces el 7 de junio. Al suponer que se trataba del tan esperado ataque a su plaza, dispuso de un destacamento de reconocimiento al mando del teniente coronel Froilán Bocinos.

Este último observó que los enemigos no se desplegaban contra la ciudad, sino que iban de paso, pero lo que más llamó su atención fue el desplazamiento. Mientras que el mayor grupo partió en la vanguardia, la retaguardia estaba demasiado retrasada y justo en medio destacó un pequeño grupo de treinta individuos.

Se pone en duda que visualizara al Primer Jefe desde la enorme distancia, pero lo cierto es que atacó con varios centenares (él dirá que 260 en su informe, Iturbide indicará que cuatrocientos de acuerdo con declaraciones de sus prisioneros). En clara inferioridad, Iturbide y sus soldados se resguardaron entre los matorrales y las rocas del camino, no solo viviendo para contarlo sino causando muchas bajas que obligaron al enemigo a retirarse. Después Iturbide dispuso que a los participantes de dicho enfrentamiento se les otorgara un escudo de distinción: “Por la Independencia. 30 contra 400 en 7 de junio de 1821”.

Esta fue la última estancia en un frente de batalla para Iturbide. Calcular que pudo ser su detención y eliminación, se compara tan terrible como en su momento la captura fortuita de Morelos en 1815, dado que alrededor de su figura estaba conformada la alianza de individuos que hasta hacía pocos meses se odiaban encarnizadamente.

 

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