Al entrar a la avenida Juárez –viniendo de Reforma– podían verse a lo lejos las letras del Hotel Regis encima de los escombros del edificio de la esquina con Balderas y su colindante construido en los años veinte. El inmueble original permanecía de pie, humeante. Las cifras variaban entre 74 y 176 muertos sólo en el Hotel Regis. Los mexicanos respondieron inmediatamente y se unieron para rescatar como podían los cuerpos. La manzana entera donde se encontraba el conjunto de inmuebles que formaba el Regis fue demolida meses después...
La caricatura es un fiel retrato de la realidad. Este cartón es de hace 33 años y parece realizado para estos días de tragedia que todavía vive buena parte de la sociedad de Ciudad de México, debido al terremoto del 19 de septiembre de 2017. Refleja, por otra parte, la corrupción de quienes aprueban las edificaciones, la cual se suma a la de quienes las construyen.
El trabajo histórico que Juan Orozco y Berra recopiló en su libro Efemérides sísmicas mexicanas abarca tres siglos de este fenómeno: desde 1560 hasta 1827.
Hace doscientos años ambos jefes insurgentes visualizaron el futuro de buena parte de América, a sabiendas de que el derrumbe del despotismo monárquico español sería posible si caía el bastión más fuerte de la Corona: la Nueva España.
Efectivamente, el monumento no es mejor que otros de su género, pero es radicalmente distinto, áureo y cargado de elementos que expresan de manera genial los sueños libertarios y las inquietudes éticas, morales y sentimentales de una época. El monumento es una oda a la utopía occidental, al mesianismo que está en el centro de las grandes transformaciones que construyen de cuando en cuando capítulos gloriosos de la historia.
Mina y sus valientes guerrilleros con su escarapela roja acosaban sin cesar a los franceses, interceptaban sus correos, atacaban como mosquitos a los convoyes y destacamentos enemigos, a veces con solo doce hombres. Por sus hazañas, Xavier fue nombrado comandante de los Cuerpos de Voluntarios de Navarra, y la Junta de Zaragoza le confirió el mando del Alto Aragón.
Xavier Mina llegó a Inglaterra precedido por su fama como valiente guerrillero. Existe un testimonio de su presencia en Londres fechado el 17 de junio de 1815, ya que aquel día Xavier le escribió a sir Robert Stewart, lord Castlereagh, desde su habitación del Prince of Wales’s de Leicester Square, para interceder a favor de dos de sus oficiales llegados a Inglaterra sin pasaporte vigente y arrestados en la aduana.
Doña Leona recibió honores en vida y se le reconoció su labor a favor de la insurgencia, sin embargo, su figura fue borrándose poco a poco de la memoria popular.
Al triunfo de la independencia, la figura de Leona Vicario permaneció en la penumbra de la vida privada, mientra su esposo ocupó varios cargos políticos.