Tipografía Fray Gabriel

El origen de la popular fuente de la liturgia católica mexicana

Marco A. Villa

Muchos mexicanos han tenido en sus manos una invitación a alguna boda, primera comunión o cualquier otra ceremonia religiosa que lleva grabada la célebre tipografía que desde hace décadas se ha reproducido millones de veces y ha distinguido los diversos impresos de la Iglesia mexicana, así como los muros y fachadas de diversos templos católicos a lo largo y ancho del país. Pósteres, volantes, tarjetas, revistas, trípticos, libros para el catecismo y misales, playeras de recuerdo, separadores, entre otros objetos para conmemoraciones católicas han difundido sus frases con este alfabeto creado hace ya más de medio siglo por el arquitecto tapatío fray Gabriel Chávez de la Mora, nacido en 1929.

Siempre dedicado al arte, y sobre todo a la arquitectura (por la que mostró interés desde muy temprana edad y mientras veía cómo su natal Guadalajara evolucionaba urbanísticamente), un joven Chávez de la Mora logró materializar las cálidas y delgadas formas de la tipografía denominada Fray Gabriel, que desde sus primeras exposiciones –entre las que destaca la inscripción “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?” en lo alto de la fachada de la Basílica de Guadalupe– mostró “una asombrosa sencillez funcional pero, a la vez, una extraordinaria calidez tonal”, según escribió el filósofo Guillermo Hurtado en el periódico La Razón, quien agrega:

“Es una letra que resulta moderna y, al mismo tiempo, clásica. La fuente está compuesta de letras mayúsculas, aunque hay una versión de las minúsculas con cambios mínimos. Llaman la atención la letra a, que se simplifica a dos líneas con un ángulo, como si fuera una V invertida, la letra Q, que se parece a una letra psi griega, con la circunferencia completa y la línea cruzando justo en el centro, y la letra R, que parece una P con una rayita diagonal en la parte inferior. Hay algo juguetón en la tipografía que, cuando se usa para inscribir la palabra de Dios, le da un asombroso poder de recepción”.

Esta intención, como el propio Chávez de la Mora explicó alguna vez en entrevista, se dio de manera circunstancial. El jalisciense, siempre creativo e innovador, refirió que la diseñó cuando aún era estudiante de arquitectura, por lo que lejos estaba de imaginar el impacto que generaría en los años por venir. Al crearla, señaló que se inspiró en las letras griegas y latinas. En aquel tiempo, “me pidieron portadas de libros y se empezó a usar. Entonces les gustó para que fuera la letra litúrgica”. A partir de entonces la fuente Fray Gabriel −que se puede descargar gratis en internet− comenzó a tener ligeras variaciones y diseños derivados que llegaron incluso a otros espacios, como taquerías.

Fray Gabriel, que fue parte de la primera generación de arquitectos egresados de la Universidad de Guadalajara –donde tuvo como maestros a Mathias Goeritz e Ignacio Díaz Morales–, desarrolló un estilo arquitectónico característico que se hizo presente en los diversos recintos religiosos que diseñó o intervino tanto en el extranjero como en la capital de su entidad natal, así como en Cuernavaca, Acapulco, Villahermosa, Querétaro, Mérida, Mexicali, entre otras ciudades y municipios. Gabriel Chávez marcó un hito en la forma de concebir estos espacios, contrario a las formas hasta entonces prevalecientes; los hizo más íntimos, más cercanos. Minimalistas, funcionales.

En su trayectoria resulta importante su participación en 1953 en el concurso para edificar un monumento a la bandera, mismo que ganó; el monumento sigue en pie y es popularmente conocido como el “Águila” de la Plaza de la Bandera, en Guadalajara. Destacó también como parte del equipo liderado por el arquitecto e ingeniero Pedro Ramírez Vázquez para diseñar y erigir la nueva Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México en los años setenta, aunque ya había trabajado con él en la creación de las medallas y algunos souvenirs de los Juegos Olímpicos de México 68 (mientras Chávez de la Mora estaba aún en el monasterio benedictino de Cuernavaca).

Aunque en este breve espacio resulte difícil resumir su trayectoria, cabe mencionar que su tipografía y su arquitectura bien pueden considerarse un referente de su tiempo. “Siempre me gustó dibujar, diseñar, hacer maquetas… me gustaban los juguetes de armar, siempre tuve esa inclinación”, comentó fray Gabriel en otra ocasión, pasión que pudo desarrollar hasta prácticamente el final de sus días.

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