Guerrero acudió al ministro de Estados Unidos en México, Joel R. Poinsett, en busca de recursos para continuar la guerra contra los que lo habían destituido, a cambio de “cumplirle la oferta que le hice de la venta de Texas luego que esté en posesión de la presidencia”.
El diputado Carlos María de Bustamante propuso que se declarase loco a Guerrero, lo cual no se aceptó. Los hechos de su gobierno probarían una mala administración, pero no incapacidad moral ni una locura. La idea era declararlo imposibilitado argumentando varias razones, así el 1 de febrero de 1830 el Congreso decretó que el general Guerrero “tenía imposibilidad para gobernar la República”. Traicionado y amenazado, el antiguo insurgente buscó refugio en su región natal.
Ante la expedición de reconquista española de 1829, comandada por Isidro Barradas, Guerrero obtuvo facultades extraordinarias para enfrentarla. Sin embargo, la oposición lo acusó de hacer mal uso de ellas, pues “le abrieron el cajón” del dinero público sin cortapisas.
Algunos radicalizaron sus posturas, pues no estaban contentos con que hubiera llegado un “negro” a la presidencia, un representante de la “baja democracia”, ni que la “leperocracia” se hubiera entronizado en el gobierno, cosa que los autollamados “hombres de bien” no podían permitir. El diputado Carlos María de Bustamante comentó: “Esto solo basta para que conozcan mis lectores el estado de desorganización actual de la República. ¿Quién creería que unos negros despreciables del sur, que ni figura tienen de hombres, vendrían un día a imponer al gobierno de México y a formidar [intimidar] a esta ciudad?”.
Después de la crisis electoral y el motín de la Acordada, y con el respaldo del Congreso nacional, el 1 de abril de 1829 Guerrero tomó posesión de la presidencia.
El nacimiento de una nación no cambia por decreto los arraigados modos de pensar ni los prejuicios vigentes durante trescientos años. La Constitución de 1824 tampoco podía resolver problemas que aún no habían aparecido y que cobraron cuerpo cuando “la política” se convirtió en un nuevo quehacer del Estado naciente.
Miramón y sus tropas quedaron abatidos en la batalla de Silao en agosto de 1860, aparte de perder armamento y cañones, así como más de un centenar de prisioneros, entre tropa y oficiales.
En 1860 el joven general Miguel Miramón lideraba un ejército conservador que había sido imbatible desde el comienzo de la Guerra de Reforma. Por ello, no se esperaba su derrota en Silao.
El 23 de noviembre de 1914 las tropas estadounidenses se retirarían de Veracruz. Poco después, ante la guerra entre las facciones revolucionarias, Carranza la convertiría en la capital de la República para desde ahí organizar la guerra contra Villa y Zapata.