The Rolling Stones, Otis Redding, James Brown, Robert Plant, Creedence y Jimi Hendrix sin duda fueron influenciados por su estilo libre, de presencia fuerte y gritos. De hecho, Brown, el “padrino del soul”, le dio el crédito de haber fusionado por primera vez el funk en el rock and roll.
Little Richard (1932-2020) no inventó el rock & roll, pero le imprimió un audaz ritmo cuando en 1955 grabó, en un pequeño estudio de Nueva Orleans, la canción Tutti Frutti, a la que siguieron grandes éxitos como Good Golly, Miss Molly, Long Tall Sally y Lucille.
La versión de Lorenzo de Zavala, la única que mencionaba el abrazo entre Guerrero e Iturbide, se consolidó como válida al paso de los años, principalmente entre el grupo liberal. Así, para el 16 de septiembre de 1861 los jóvenes Juan A. Mateos (1831-1913) y Vicente Riva Palacio (1832-1896; nieto del insurgente suriano) presentaron el drama en tres actos y en verso El abrazo de Acatempan o el primer día de la bandera nacional, nada más y nada menos que en el Teatro de Iturbide de Ciudad de México, para lo que se anunció la presencia del presidente Benito Juárez en un palco de honor.
El político, periodista e historiador Lorenzo de Zavala (1788-1836) fue el primero que habló de un abrazo entre Iturbide y Guerrero en 1821, por ello es que se le atribuye la autoría, o invención, de dicho episodio, el cual dio a conocer en el tomo primero de su Ensayo histórico de las revoluciones de Mégico, desde 1808 hasta 1830, publicado en París al parecer a mediados de 1831, a pocos meses de que Guerrero había sido fusilado.
No hay fuentes o testimonios directos que constaten que Guerrero e Iturbide se dieron un abrazo en el poblado de Acatempan (hoy en el municipio de Teloloapan, al norte del estado de Guerrero), e incluso hay duda de que su encuentro se haya llevado a cabo antes de la promulgación del Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821. Sin embargo, sí hay elementos que permiten entender cómo, a lo largo del siglo XIX, se fue consolidando el relato histórico- patriótico de ese episodio que ha sido visto como el que selló el pacto de unión de sus ejércitos con el fin de lograr la independencia del territorio que hasta entonces era conocido como Nueva España.
Iturbide y Guerrero mantuvieron correspondencia por lo menos desde noviembre de 1820, con el fin de entablar negociaciones para concretar la unión de sus fuerzas.
La crisis electoral, el derrocamiento del gobierno y el fusilamiento de Guerrero evidenciaron la debilidad de las instituciones del naciente México, así como la predominancia del uso de la vía armada para alcanzar el poder o mantenerse en él.
Guerrero acudió al ministro de Estados Unidos en México, Joel R. Poinsett, en busca de recursos para continuar la guerra contra los que lo habían destituido, a cambio de “cumplirle la oferta que le hice de la venta de Texas luego que esté en posesión de la presidencia”.
El diputado Carlos María de Bustamante propuso que se declarase loco a Guerrero, lo cual no se aceptó. Los hechos de su gobierno probarían una mala administración, pero no incapacidad moral ni una locura. La idea era declararlo imposibilitado argumentando varias razones, así el 1 de febrero de 1830 el Congreso decretó que el general Guerrero “tenía imposibilidad para gobernar la República”. Traicionado y amenazado, el antiguo insurgente buscó refugio en su región natal.
Ante la expedición de reconquista española de 1829, comandada por Isidro Barradas, Guerrero obtuvo facultades extraordinarias para enfrentarla. Sin embargo, la oposición lo acusó de hacer mal uso de ellas, pues “le abrieron el cajón” del dinero público sin cortapisas.
Algunos radicalizaron sus posturas, pues no estaban contentos con que hubiera llegado un “negro” a la presidencia, un representante de la “baja democracia”, ni que la “leperocracia” se hubiera entronizado en el gobierno, cosa que los autollamados “hombres de bien” no podían permitir. El diputado Carlos María de Bustamante comentó: “Esto solo basta para que conozcan mis lectores el estado de desorganización actual de la República. ¿Quién creería que unos negros despreciables del sur, que ni figura tienen de hombres, vendrían un día a imponer al gobierno de México y a formidar [intimidar] a esta ciudad?”.