Después de décadas de inestabilidad política, Sierra encabezó el proyecto educativo más importante del siglo XIX, con el respaldo del gobierno de Porfirio Díaz. El llamado “Maestro de América” elaboró un ambicioso plan nacional que abarcó desde los jardines de niños hasta el nivel universitario. Un programa que sería considerado “el gran cuadro de la construcción espiritual de México”.
La crisis electoral, el derrocamiento del gobierno y el fusilamiento de Guerrero evidenciaron la debilidad de las instituciones del naciente México, así como la predominancia del uso de la vía armada para alcanzar el poder o mantenerse en él.
Algunos radicalizaron sus posturas, pues no estaban contentos con que hubiera llegado un “negro” a la presidencia, un representante de la “baja democracia”, ni que la “leperocracia” se hubiera entronizado en el gobierno, cosa que los autollamados “hombres de bien” no podían permitir. El diputado Carlos María de Bustamante comentó: “Esto solo basta para que conozcan mis lectores el estado de desorganización actual de la República. ¿Quién creería que unos negros despreciables del sur, que ni figura tienen de hombres, vendrían un día a imponer al gobierno de México y a formidar [intimidar] a esta ciudad?”.
Es conocida su férrea voluntad, como la mostrada en el episodio del 5 de noviembre de 1819, cuando rechazó ante su propio padre el indulto ofrecido por el virrey Juan Ruiz de Apodaca, diciendo “La patria es primero”.
La más grande flota de bucaneros, a las órdenes de sir Christopher Mings, se dio al saqueo desenfrenado en San Francisco de Campeche durante varios días de 1663. Pero lo extraño del asunto fue que no tocaron los haberes del rico español don Antonio Maldonado de Aldana.
Los impactos de metralla se proyectaron hacia casas y negocios de la zona de Balderas y alrededores, que no tuvieron paz hasta concretarse el derrocamiento del gobierno maderista.
Las bajas totales de la Decena Trágica sumaron alrededor de dos mil personas. A ellas se agregarían los asesinatos del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez.
Antes de la invasión a Veracruz de 1914, Estados Unidos también había intervenido, a través de su embajador Henry Lane Wilson, para que los grupos opositores al presidente Francisco I. Madero llevaran a cabo el golpe militar de febrero de 1913, que provocó una cruenta batalla en plena capital mexicana.
Ya en los últimos años del Porfiriato y a punto de entrar en una guerra civil, el Ejército mexicano comenzó a instruirse sobre la novedosa arma aérea que las potencias occidentales desarrollaban con diferentes diseños. Los servicios de aeronáutica del ejército francés, por ejemplo, contaban con globos y dirigibles, además de que se desarrollaban los primeros biplanos armados con ametralladora y ganchos para pequeñas bombas.