El Tratado McLane-Ocampo

Ricardo Cruz. Historiador

Artículo 1. Por vía de ampliación del artículo 8o. del tratado de 30 de diciembre de 1853, cede la República Mexicana a los Estados Unidos y sus conciudadanos y bienes, en perpetuidad, el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar, por cualquier camino que actualmente exista o que existiese en lo sucesivo, sirviéndose de él ambas repúblicas y sus ciudadanos.

 

Uno de los temas más controvertidos en que estuvo involucrado Benito Juárez, y que ha dado mucho de qué hablar a lo largo del tiempo, fue la firma del Tratado McLane-Ocampo de diciembre de 1859, entre el representante del presidente estadounidense James Buchanan y el ministro de Exteriores del presidente Juárez, establecido en Veracruz mientras se desarrollaba la guerra civil de Reforma en México.

Eran tiempos difíciles para ambos ejércitos nacionales (el constitucionalista comandado por Santos Degollado, y el conservador, por Miguel Miramón). Precisamente en diciembre de 1859, Juárez se enteró, por José María Lafragua, de que dos meses antes, en París, los conservadores habían firmado un tratado con España, entre Juan Nepomuceno Almonte y Alejandro Mon (Tratado Mon-Almonte), que en enero de 1860 sería rechazado por Juárez.

De su lado, Miramón rechazó el McLane-Ocampo porque, decía, Juárez no tenía la autoridad para hacer un tratado de cesión de territorio, o una ruta de tránsito, pues solo el Congreso podía aprobar tratados o convenciones diplomáticas que implicaran conceder la entrada de tropas extranjeras al territorio de la federación.

La difícil situación en diciembre de 1859, discutida en el gabinete juarista, había llevado a los liberales a la conclusión de que, o convenían la paz con los conservadores (con el riesgo de renunciar a la Constitución del 57) o buscaban auxilio en el extranjero. Juárez optó por el tratado con Estados Unidos, pero la presión de los liberales (que suponían que podía hallarse una solución honrosa con los conservadores) lo obligó a sacrificar el puesto de Melchor Ocampo como ministro de Relaciones Exteriores, quien fue sustituido, por tres meses, por Degollado.

El presidente Buchanan (del mismo partido de James Polk, quien trece años atrás había declarado la guerra a México e invadido el país para arrebatarle la mitad del territorio) era abiertamente expansionista y simpatizante del sistema esclavista; sin embargo, no contó con la suficiente fuerza en el Congreso para invadir nuevamente México, como pretendía, y pocos meses antes había perdido la votación para incorporar el territorio de Kansas a los estados esclavistas. Así las cosas, en ese momento el Tratado McLane-Ocampo no era la principal preocupación en el Senado de Estados Unidos, cuyo punto de atención era la secesión propugnada por los sureños.

Buchanan presentó el tratado al Congreso de su país hasta febrero de 1860 y la discusión se prolongó a finales de mayo, cuando fue rechazado por la mayoría del Senado (de hecho, en marzo, buques de la Marina estadounidense habían sometido a dos barcos con los que Miramón pretendía sitiar Veracruz). Una moción de impugnación reenvió la discusión del McLane-Ocampo a diciembre; es decir, para después de la elección presidencial de noviembre, en la que resultaría ganador Abraham Lincoln, del partido opositor, el Republicano.

Sobre el polémico tratado se han discutido las consecuencias de si hubiese sido aprobado por el Congreso de Estados Unidos. Lo cierto es que, a pesar de los riesgos reales que pesaban sobre esta opción, los juaristas la asumían como obligatoria porque no tenían otra salida.

Tras el triunfo liberal en la Navidad de 1860, a mediados de 1861, en el proceso de elección presidencial, surgió de nueva cuenta la discusión sobre la carencia de poderes de Juárez para firmar las condiciones de aquel tratado sin la aprobación del Congreso mexicano. Pero la captura de Melchor Ocampo en su rancho de Michoacán, por guerrillas conservadoras, y su fusilamiento el 3 de junio, detuvo el debate para convertirse con el tiempo en una de las más apasionantes polémicas del constitucionalismo mexicano y de la historia nacional.

Al mismo tiempo, España, Francia e Inglaterra conspiraban contra México, y ya era tarde para esperar algún apoyo de Estados Unidos, pues la crisis interna que había fracturado al gobierno de Buchanan estalló con la elección de Lincoln: en enero de 1861 siete estados se unieron en los “Estados Confederados de América” y eligieron a Jefferson Davies como presidente provisional. En abril, un mes después de la toma de posesión de Lincoln, otros cuatro estados sureños lo desconocieron. La Guerra de Secesión había comenzado.

 

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