Ramón Corona fue de los hombres más importantes del ejército mexicano durante la Segunda Intervención francesa y su nombre era respetado en regiones alejadas de su poder político. Querido por el grupo liberal, dos de sus hijos (Ramón y María Victoria) se casaron con sendos nietos de Benito Juárez. En los años de infancia de Primitivo Ron, ya era considerado un prócer.
El cadáver de Primitivo Ron fue mutilado de un brazo, al parecer por venganza. La extremidad disecada fue conservada en el Hospital de Belén (hoy Hospital Civil de Guadalajara) e incluso, a partir de marzo de 1919, exhibida en el Museo Regional de la capital de Jalisco.
Aquel 10 de noviembre, horas antes de cometer el atentado, Primitivo Ron también visitó la oficina postal de Guadalajara. Allí depositó la carta dirigida a El Siglo Diez y Nueve. El escrito llegó al diario el 12 de noviembre, un día después de la muerte de Corona.
Un hombre demente, maniaco, megalómano, enajenado mental, un individuo de extraviado cerebro. Así fue calificado inmediatamente por la prensa aquel joven de veintidós años.
Después del atentado, Corona todavía vivió quince horas más, aunque en un estado de dolor y agonía. Pese a ello, hablaba con claridad y se pudo despedir de su esposa Mary Ann y de su hija Elisa.
Después de ser trasladado a su lecho, hasta catorce personas, incluidos los médicos, lo atendían para darle los primeros auxilios y facilitarle lo que requiriera. El diagnóstico no era nada alentador…
El día del atentado, Corona y su esposa Mary Ann asistirían a la obra patriótica Los Mártires de Tacubaya, episodio histórico de la Guerra de Reforma en el que militares liberales y civiles fueron pasados por las armas por el ejército conservador.
Después de deambular por diversos poblados de la región como Tepic, Tequila y Atequiza, Primitivo Ron se asienta finalmente en Guadalajara y en 1889 causa alta voluntaria en la gendarmería de esta ciudad.
En 1887 Corona se convirtió en gobernador de Jalisco, su entidad natal, una de las más importantes del país en esos años. Allí también destacó por impulsar el desarrollo económico, social y educativo del estado. Y en ese cargo lo encontró la muerte en 1889.