Noticia de primera plana: Jóvenes adinerados a la caza de jueces corruptos. Ciudad de México, 1923
No odiaban a los negros como el Ku Klux Klan original, pero sí a los jueces corruptos, por lo que se les hizo fácil organizarse para exponerlos y combatirlos. ¿Por qué utilizaron el mismo “disfraz de mamarrachos” –como los calificó el periódico Excélsior– que los Klanes estadounidenses? Nadie lo sabe. Lo que es un hecho es que en 1923 un grupo de jóvenes de clase alta de la Ciudad de México decidió crear una sociedad secreta o masónica para combatir “la corrupción y por el bien de México”. Y así como aparecieron también desaparecieron, luego de la trágica muerte del regiomontano Joaquín Mercader, hijo de un conocido empresario español.
Lena fue ocho veces nominada a los premios Grammy. Ganó dos, incluido el Premio a la Trayectoria, y obtuvo un Tony por su exitoso musical de Broadway, de 1981: Lena Horne: The Lady and her Music. Fue la primera mujer negra en realizar una gira dentro de una orquesta de blancos, la primera en firmar un contrato de larga duración con la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), por siete años. Filmó dieciséis películas. Desafió la ley y los prejuicios sociales con un matrimonio interracial con Lennie Hayton, músico y arreglista de la MGM; y, sobre todo, nunca se calló ante las injusticias. En los sesenta estuvo muy activa en el movimiento por los derechos civiles al lado de personajes como Martin Luther King Jr.
En una entrevista realizada por el Federal Writer’s Project al antiguo esclavo Felix Haywood en 1941, él afirmaba: “no había razón para huir hacia el norte, todo lo que teníamos que hacer era caminar, pero caminar hacia el sur, donde obtendríamos la libertad tan pronto cruzáramos el río Grande [Bravo]. En México se podía obtener la libertad, no les importaba de qué color fuera tu piel, negra, blanca, amarilla o azul. De hecho, cientos de esclavos huyeron hacia México y les fue bien. Supimos de ellos y de que se hicieron mexicanos. Criaban a sus hijos para que hablaran solo mexicano”.
Al noroeste de la ciudad Melchor Múzquiz, Coahuila, en la entrada del pueblo hay un aviso: “Comunidad de negros”. A quienes habitan allí y escribieron el letrero no les importó que hoy resulte políticamente incorrecto el uso del término negro. Ellos están orgullosos de ser descendientes de valientes exesclavos africanos que hace casi 170 años encontraron en México el bien preciado de la libertad. Esta es su historia…
La vida de la población negra cautiva de la Compañía de Jesús en la Colonia
Entre los principales dueños de esclavos negros en Nueva España figuró la Iglesia católica; tanto el clero secular como el regular los utilizaron en sus conventos, colegios, iglesias, capillas y haciendas. Pero fue la Compañía de Jesús, orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola en 1534 y aprobada por el papa Paulo III en 1540, la más importante institución religiosa que poseyó esta mano de obra africana en Nueva España y en otros territorios de los actuales países de Perú, Paraguay, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador y Brasil, donde también tuvieron presencia.
La llegada a Nueva España del culto a San Benito de Palermo, a finales del siglo XVI, coincidió con el surgimiento de cofradías piadosas entre los negros y mulatos. Por supuesto, no fue el único, pues en la América española y lusitana los santos negros expandieron su presencia para responder a las necesidades espirituales de los cientos de miles de esclavos que fueron catequizados.
Las razones a partir de las cuales negros y mulatos se convirtieron en artesanos e ingresaron a la corporación gremial fueron diversas. Al principio se debió al rechazo y abstencionismo de los españoles para realizar trabajos manuales, luego fue el hecho de que conformaron sectores numerosos de la población –cuya cultura y riqueza se había incrementado– y finalmente el que, deseosos de los honores y probables beneficios de ejercer un oficio, acudían ante las autoridades para solicitar ser miembros de la corporación gremial.
Conocimiento, saber, solidaridad, maestría y, sobre todo, secreto, estuvieron en el origen de todas las asociaciones artesanales que en la Baja Edad Media europea (siglos XI-XV, aproximadamente) se convirtieron en gremios para monopolizar la producción y comercio de sus creaciones en el Viejo Continente.
El siglo XVIII fue el periodo de mayor mestizaje en el México colonial. La población indígena ya se había estabilizado y era la más numerosa en todo el virreinato. Los esclavos africanos dejaron de comerciarse desde mediados del siglo anterior, había cada vez menos negros pero en cambio abundaban los mulatos, pardos, morenos y en menor medida los chinos. Los mestizos cada día cobraban mayor importancia y la élite seguía siendo española y criolla.