A lo largo de los siglos se ha difundido la idea de que Moctezuma se rindió ante Hernán Cortés atemorizado por los malos augurios y la creencia en el retorno de Quetzalcóatl. Pero es muy difícil suponer tal candidez si él era la representación terrena del dios Tezcatlipoca, jefe máximo del ejército mexica y supremo sacerdote del imperio.
En noviembre de 1519 Cortés y Moctezuma II estuvieron cara a cara por primera vez. Según la tradición, el encuentro ocurrió en la esquina que ahora forman las calles de República de El Salvador y Pino Suárez, en el centro de Ciudad de México. Allí también se ubica el antiguo Hospital de Jesús y el templo de Jesús Nazareno.
Cortés tenía 34 años cuando emprendió la expedición de conquista que culminaría con la caída de Tenochtitlan. Casi la mitad de su vida la había pasado en el Nuevo Mundo.
En esta ciudad se definió la ruta para tomar por asalto a Tenochtitlan
Cacama, tlatoani de Texcoco, fue traicionado y entregado a los españoles por su hermano Ixtlilxóchitl, quien a partir de entonces combatió a los mexicas a lado de Hernán Cortés. Así, desde Texcoco, el conquistador planeó el asalto definitivo a Tenochtitlan y mandó construir 12 bergatines que serían determiantes para sitiar la ciudad y obtener la victoria en 1521.
La célebre escena del encuentro entre el representante terreno de Tezcatlipoca y Hernán Cortés (el 8 de noviembre de 1519), resume el arduo misterio del cruce de dos civilizaciones desconocidas entre sí. La interpretación de los temores de Moctezuma se repiten hasta el presente. Atendiendo al lenguaje corporal de Cortés, dibujado por los informantes de Sahagún en el Códice Florentino, devela, sin tantos equívocos, a un Hernán mustio e insignificante.
Veinticuatro extraordinarios óleos con incrustraciones de concha, creados en 1668, narran la conquista de México-Tenochtitlan
La monumental obra narra una historia que inicia con las naves hundidas por orden de Hernán Cortés en las costas de Veracruz y concluye con la instrucción de “quemar y destrozar los ídolos”.
La idea del intercambio de objetos entre españoles y americanos que quedó arraigada en el imaginario occidental suele dar la idea de que los españoles sacaron ventaja de la “ingenuidad” de los americanos nativos al recibir oro, joyas y bienes preciados a cambio de sus baratijas.
La noche del 14 de noviembre de 1733, un asiduo público se agolpa expectante a las afueras del Teatro Sant’ Angelo, en la ciudad de Venecia, ávido de presenciar el estreno mundial de la más reciente ópera compuesta por el monumental e insigne violinista, sacerdote y compositor italiano Antonio Lucio Vivaldi. En los pasillos del teatro, antes de comenzar, la gente comenta al respecto y se percibe en el ambiente que la curiosidad es la invitada especial de aquella velada. El nombre de la ópera a todos inquieta: Motezuma.
Video sobre la exploración que expertos del INAH, junto con especialistas norteamericanos y tecnología de última generación, realizan en 10 kilómetros cuadrados de aguas veracruzanas en busca de los restos de una veintena de navíos que Hernán Cortés hundió en el siglo XVI.