El nombre de Carlos Fortino Sámano, un capitán del Ejército Constitucionalista, ocupó los principales titulares de la prensa del Distrito Federal el 28 de febrero de 1917, al darse a conocer la comisión de un delito que en otras circunstancias no hubiera sido considerado grave, pero que con la reciente legislación penal significó el fin de su carrera militar.
Derivado del conflicto electoral por la sucesión presidencial, la cúpula del ejército mexicano desconoce al presidente constitucional Venustiano Carranza, quien parte hacia Veracruz ante la entrada de tropas a la capital del país. Allá espera reorganizar sus fuerzas y lealtades, a sabiendas de que el ejército prefiere al general Álvaro Obregón para ocupar el poder Ejecutivo.
Debido a su simpatía por Madero, López Velarde se unió a la crítica contra Emiliano Zapata, expresando su deseo de “que los sables del ejército federal caigan sin piedad sobre las hordas” surianas.
El periódico Regeneración nació con el objetivo de señalar las malas prácticas del poder Judicial porfirista. Con el tiempo y la persecución que sufrieron, su postura radical y crítica ante el régimen del general Díaz se fortalecería.
Un espacio difícil de imaginar como museo es un panteón. A unos pasos de la Alameda Central de Ciudad de México se encuentra el panteón de la iglesia de San Fernando. Este sitio alberga a importantes figuras de la historia mexicana.
El 27 de septiembre de 1821, la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México vivió algo inusitado bajo el cielo azul que la cobijaba. Una multitud expectante, compuesta por personas de todas las clases sociales, trepidantes de alegría, esperaban la llegada del Ejército Trigarante, comandado por el coronel Agustín de Iturbide.
Con este relato inauguramos una sección, mezcla de imaginación e historia, sobre grandes acontecimientos nacionales que han tenido como escenario el Zócalo.
La versión de Lorenzo de Zavala, la única que mencionaba el abrazo entre Guerrero e Iturbide, se consolidó como válida al paso de los años, principalmente entre el grupo liberal. Así, para el 16 de septiembre de 1861 los jóvenes Juan A. Mateos (1831-1913) y Vicente Riva Palacio (1832-1896; nieto del insurgente suriano) presentaron el drama en tres actos y en verso El abrazo de Acatempan o el primer día de la bandera nacional, nada más y nada menos que en el Teatro de Iturbide de Ciudad de México, para lo que se anunció la presencia del presidente Benito Juárez en un palco de honor.
El político, periodista e historiador Lorenzo de Zavala (1788-1836) fue el primero que habló de un abrazo entre Iturbide y Guerrero en 1821, por ello es que se le atribuye la autoría, o invención, de dicho episodio, el cual dio a conocer en el tomo primero de su Ensayo histórico de las revoluciones de Mégico, desde 1808 hasta 1830, publicado en París al parecer a mediados de 1831, a pocos meses de que Guerrero había sido fusilado.