Mariano Tabares se incorporó a las fuerzas de Morelos, aunque ocasionó conflictos y rompimiento incluso entre los oficiales de más alta jerarquía de su Estado Mayor. La familia Galeana, una de las más leales a Morelos en la región, fue fracturada por la presencia de Tabares. Incluso amenazaron con recluirse si el mulato continuaba entrometiéndose en la toma de decisiones.
Bustamante fue un escritor prolífico. Entre sus obras destaca Cuadro histórico de la revolución de la América mexicana, publicada en seis tomos que redactó entre 1823 y 1833.
Su nombre fue grabado con letras de oro en la Cámara de Diputados y sus restos descansan en la Columna de la Independencia. Sin embargo, poco o nada se dice de él.
La estatua de Ignacio Pérez ubicada en la ciudad de Querétaro fue realizada por el escultor mexicano Juan Francisco Velasco y Perdomo y lleva el nombre de El jinete del destino.
El virrey Calleja consideraba que no había nadie con el genio audaz y emprendedor de Morelos en toda Nueva España. Por eso, después de haberlo capturado, desplegó toda su poderosa maquinaria para consumar su obra de aniquilamiento, moral y material, en la figura del insigne prisionero.
Leona Vicario tenía casi veinticuatro años cuando fue capturada por primera vez. De Huixquilucan la condujeron a un convento en Ciudad de México, donde fue interrogada por la Inquisición en marzo de 1813, en plena lucha independentista.
El diputado Carlos María de Bustamante propuso que se declarase loco a Guerrero, lo cual no se aceptó. Los hechos de su gobierno probarían una mala administración, pero no incapacidad moral ni una locura. La idea era declararlo imposibilitado argumentando varias razones, así el 1 de febrero de 1830 el Congreso decretó que el general Guerrero “tenía imposibilidad para gobernar la República”. Traicionado y amenazado, el antiguo insurgente buscó refugio en su región natal.
Ante la expedición de reconquista española de 1829, comandada por Isidro Barradas, Guerrero obtuvo facultades extraordinarias para enfrentarla. Sin embargo, la oposición lo acusó de hacer mal uso de ellas, pues “le abrieron el cajón” del dinero público sin cortapisas.
Guerrero acudió al ministro de Estados Unidos en México, Joel R. Poinsett, en busca de recursos para continuar la guerra contra los que lo habían destituido, a cambio de “cumplirle la oferta que le hice de la venta de Texas luego que esté en posesión de la presidencia”.