México a través de los siglos se convirtió en ‘la verdad histórica’ de los liberales en el poder. El gobierno de Porfirio Díaz promovió las reimpresiones. Aunque descartó que se ‘completara’ la obra con la historia de los gobiernos posteriores a Juárez; era claro que consideraba que su propia presidencia era el resultado de la epopeya contada en los tomos que dirigió Riva Palacio.
En 1881, el presidente Manuel González encomendó a Vicente Riva Palacio que escribiera una historia de la guerra de intervención francesa, el imperio de Maximiliano y el triunfo de la república, con cargo al erario. Sería una obra celebratoria, encargada a uno de los más distinguidos literatos de la época.
El Estado mexicano, como muchos otros en el mundo, se construyó con guerras, con imposiciones, con despojos. Se ha escrito su historia como una pérdida de territorios y de los agravios que se padecieron por parte de potencias imperiales. Pocos se atreven a reconocer que en la construcción del Estado propio también se cometieron esos actos. Así comenzó a escribirse la “historia patria” desde principios del siglo XIX, hasta que se elaboró el relato oficial por encargo del gobierno liberal.
Con este y otros escritos sobre los sismos, Relatos e Historias hace también su ejercicio de eso que algunos llaman “historia inmediata”: una reflexión en clave histórica de acontecimientos recién ocurridos; en este caso, la reflexión sobre la respuesta social y gubernamental a estos eventos, ocurridos en septiembre de 2017.
En 1823, gracias al apoyo de Micaela, los generales Vicente Guerrero y Nicolás Bravo pudieron escapar de la persecución del emperador Agustín de Iturbide para organizar la insurrección que haría caer a su gobierno.
Cuenta Silvia Pinal que la familia Dominguín enterró en España una copia en el jardín de su finca madrileña y que ella recogió otra que se encontraba en París y la trajo a nuestro país en su equipaje de mano. Finalmente, la película, que por años se mantuviera sin patria ni permisos para su comercialización, sobrevivió y hoy es considerada una de las más importantes no solo de México y España, sino de la filmografía mundial.
Romero de Terreros fue descendiente de una de las familias más ricas y poderosas de la Nueva España, en la cual sobresalió el primer conde de Regla (en la imagen). Esto le permitió heredar un valioso bagaje cultural que se reflejó en su obra escrita. Meticuloso investigador y coleccionista, don Manuel centró su interés en el arte colonial y la historia novohispana.
Contrario a lo que se piensa respecto a que el país estaba dividido entre liberales y conservadores, la composición social mexicana se apreciaba más compleja en sus primeros años de vida independiente. Por encima de posiciones ideológicas, ciertos grupos podían estar de acuerdo o no con algunas posturas políticas, según sus intereses.