Fue uno de los primeros insurgentes pero hoy está casi en el olvido. Pasó veintisiete años en prisión, la mayor parte de ellos en la lejana Filipinas, mientras muchos ya lo daban por muerto. Cuando pudo regresar, ahora su país se llamaba México. No deseó volver a Querétaro, donde había participado en la conspiración que detonaría el movimiento de independencia. Pasó sus últimos años como velador en Guadalajara y nunca quiso saber nada de homenajes ni de la pensión por sus servicios a la patria que ayudó a forjar.
En plena lucha por la independencia, tras la batalla del cerro del Calvario, el ejército realista ejecutó a más de sesenta personas, muchas de ellas civiles, en un hecho que marcó para siempre a los pobladores de Toluca; sin embargo, hoy está casi en el olvido.
La madrugada del 2 de enero de 1812 Félix María Calleja del Rey, capitán general del Ejército Realista, rodeó con sus hombres la Villa de Zitácurao. En ella se encontraba la Suprema Junta Nacional Americana, fundada el 19 de agoto de 1811 a convocatoria de Ignacio López Rayón.
Desde el levantamiento armado del 16 de septiembre de 1810 transcurrieron escasos cuatro meses en los que alrededor de la figura de Hidalgo se unieron una cantidad de hombres que superaron todas las estadísticas antes vistas en la Nueva España. Las tomas de Guanajuato, Valladolid y Guadalajara no pudieron ser evitadas por el ejército realista e incluso la Ciudad de México pudo caer, de no ser por la controvertida decisión del cura de no avanzar sobre la capital.
Los abusos de los realistas durante la Guerra de Independencia
Los virreyes concedieron atribuciones casi ilimitadas a los comandantes realistas para que, del modo que consideraran más conveniente, pusieran fin a la revolución.
Según el relato de Lucas Alamán, Agustín de Iturbide era un hombre “de aventajada presencia, modales cultos y agradables, hablar grato e insinuante”, y si bien hizo “con tanto encarnizamiento la guerra a los insurgentes, no por esto era menos inclinado a la independencia”.
Leona era partidaria de la autonomía de la Nueva España, y sus numerosas lecturas la llevaron a buscar otros compañeros que compartieran sus ilustradas inquietudes.