Cuando Victoriano Huerta pudo acabar con Carranza

Combate en Anhelo, Coahuila
7 de marzo de 1913

Gerardo Díaz Flores

Tras la renuncia y asesinato de Francisco I. Madero el 19 de febrero de 1913, el general Victoriano Huerta estableció un gobierno de apariencia legal, pero de evidente génesis golpista. Para regir incuestionablemente, solicitó el apoyo del ejército y los gobernadores. Quienes no lo respaldaron fueron detenidos, depuestos e incluso asesinados, como el gobernador de Chihuahua Abraham González.

Estados como Coahuila, gobernado por Venustiano Carranza, que no respondieron positivamente al llamado de Victoriano Huerta, de inmediato fueron puestos en jaque por el ejército. A pesar de las circunstancias, hubo pocos altos mandos militares que dudaron de su lealtad hacia el Ejecutivo federal. Así, durante los últimos días de febrero, Carranza abandonó Saltillo y se dirigió a Ramos Arizpe, donde estableció su primer cuartel y organizó al grupo de hombres a su disposición. Ordenó la destrucción de los puentes ferroviarios hacia Torreón y Monterrey para posteriormente trasladarse a la estación coahuilense de Anhelo, cerca de Paredón, desde donde dio instrucciones a diferentes operarios suyos.

Fue ahí donde, el 7 de marzo, fue interceptado por el general Trucy Aubert, acompañado de una fuerza de alrededor de ochocientos hombres provenientes de Torreón, suficientes para detener en seco a Carranza y sus escasos doscientos jinetes. Los dos personajes ya se conocían. De hecho, se habían comunicado el 23 de febrero. A través de telegramas, don Venustiano interrogó a Trucy sobre su lealtad y él contestó: “Me permito manifestar a usted, con todo respeto, que como militar estoy sujeto, por mi honor, a la disciplina militar, y como patriota y amigo, siempre estaré a su lado”.

De acuerdo con los historiadores Edwin Álvarez y Pedro Celis, es muy probable que esta amistad condicionara el actuar de Trucy, quien, en lugar de sorprender a Carranza, anunció su presencia desde muy lejos con un par de cañonazos, permitiendo a los rebeldes reaccionar y organizar la retirada. En esta situación, Jacinto B. Treviño pidió permiso a don Venustiano para enfrentar brevemente a los federales, quienes optaron por no embestir debido al fuego enemigo.

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