La política interventora de Limantour en los ferrocarriles, aun cuando no era el ámbito de su competencia, fue mucho más decidida con la entrada del siglo XX porque consideraba que, tras una serie de fusiones de compañías estadounidenses en México, existía un riesgo inminente de la formación de un trust norteamericano que formaría un poder económico alterno que influiría en las decisiones políticas del país, por lo que había que actuar con rapidez en defensa de la soberanía nacional.