Para muchos una obligación, para otros una cortesía, y en ambos casos porque lleva implícito el deseo del bienestar ajeno, los mexicanos decimos “¡salud!” después de que alguien estornuda. Porque es presa de una alergia, está resfriado, agripado, etcétera, quien se encuentre sometido a este acto reflejo no sanará al recibir esta expresión, pero su buen augurio quizá incidirá en su estado anímico.