La carrera espacial estaba en su apogeo. Las primeras planas en México y el mundo relataban la noticia. “Por primera vez un cosmonauta sale de la cápsula”, informaba alguno.
Los comentarios intercambiados entre curiosos y especialistas especulaban sobre las consecuencias que traería esta hazaña. Los políticos comunistas se alegraban de esta victoria soviética y sus contrapartes se volvían expertos de la aviación y de la física para explicarles que Estados Unidos lo haría pronto y mejor. Muchos niños, que no veían los colores de las banderas, soñaban con ser los próximos.
Eso sí, el nombre de Alekséi Leónov y de la misión Vosjod 2 se pronunció en todas las variantes que el español permite del ruso. Muchos imaginaron a aquel astronauta de treinta años saliendo al oscuro infinito lleno de pequeñas luces, metido en un traje que la agencia de telégrafos de la Unión Soviética describía como una cabina en miniatura capaz de proveer temperatura, oxígeno, comunicación y aislamiento, para luego flotar en el vacío. ¡Una sensación totalmente primeriza para el hombre!
En Moscú pronto dieron a conocer que, al regreso al interior de la cápsula, el cosmonauta se comunicó alegre e incluso charló con el dirigente cubano Raúl Castro, que estaba de visita en Rusia. ¿Tenía algo que ver con la misión? ¡Para nada! Pero, a fin de cuentas, este era un espectáculo para el regocijo comunista y sus aliados.
En 1975, Leónov participó en el proyecto Apolo-Soyuz, una misión cuyos astronautas fueron entrenados en Rusia y EUA. Sus gobiernos combinaron sus tecnologías para acoplarse a la perfección en la estratosfera, demostrando que era posible coordinar esfuerzos entre potencias. El compromiso se selló con un apretón de manos en el cosmos, lo que era también el primer antecedente de la actual Estación Espacial Internacional.
Alekséi es un héroe nacional y una leyenda de la comunidad espacial. Arthur C. Clarke, autor de 2001: una odisea espacial, dijo que, al charlar con el cosmonauta ruso sobre una escena de la película basada en su obra, este le indicó que la sensación era idéntica, lo cual le enorgullecía. Leónov murió el 11 de octubre de 2019 a los 85 años, en una época en la que pocos saben el nombre del último astronauta en despegar de la Tierra y en el que la carrera espacial difícilmente ocupa la nota de ocho columnas.
Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #149 impresa o digital:
Moctezuma. El enigma de su rendición. Versión impresa.
Moctezuma. El enigma de su rendición. Versión digital.
Recomendaciones del editor:
Si desea conocer más efemérides de sucesos importantes en la Historia de México, dé clic en nuestra sección “En la Memoria”.
El primer hombre en el espacio