No había un cero a cero aburrido si el partido de futbol era narrado por don Ángel Fernández Rugama. Ahí donde se veía un centro digno de abucheo, don Ángel indicaba que era una poesía mal consumada. Carismático, ocurrente, de cadenciosa voz y profesionalismo bárbaro, este cronista transformó incluso la convivencia en el estadio, ya que las personas acudían con todo y radio para apoyar a sus equipos.