El lujoso funeral que sorprendió a la aristocracia de la Nueva España

América Malbrán Porto

A lo más granado de la sociedad novohispana sorprendió que don Francisco Fernández de la Cueva, connotado virrey de la Nueva España, solicitara su presencia en el funeral de su esclava, para cuyo entierro no escatimó privilegios.

 

El lunes 24 de enero de 1656, al virrey Fernández de la Cueva se le murió una negra esclava. Evidentemente no se trataba de cualquier esclava, ya que fue enterrada en el Convento de Santa Teresa la Antigua, a unos pasos de la catedral. También nos dice Guijo: “cargaron el cuerpo todos los caballeros de esta ciudad, y asistió al entierro toda la nobleza de ella y todas las religiones y capilla de la Catedral”.

Este hecho debió escandalizar a no pocos y seguramente se habló de ello en el seno de los hogares nobles de Ciudad de México. No era normal que la aristocracia asistiera a los actos fúnebres de una esclava, mucho menos que fuera enterrada en una iglesia tan importante como la de Santa Teresa, que estaba reservada para la nobleza novohispana.

 

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