La expedición de Grijalva en Veracruz: sacrificios y oro

Luis Barjau

Grijalva queda en la memoria como un ser por completo asombrado ante el espectáculo de las ciudades y las costumbres mayas; al mismo tiempo, como la encarnación del canon de la actitud europea frente a la civilización americana.

 

Prosiguiendo en su viaje, la flota arribó a Chalchicuecan, hoy Veracruz. Esta estancia es de extrema importancia en el proceso del encuentro de ambas civilizaciones. Lo primero que vieron antes de la costa fue la isla que después llamaran de Sacrificios. Las tres naves anclaron a distancia de esta isleta y en los bateles llegaron a ella.

La primera sorpresa fue encontrar edificios “de cal y arena”, con “cimientos” altos como “dos hombres” y un arco que les recordó construcciones españolas; una “torre” que con seguridad era una pequeña pirámide; huesos humanos, muchos cráneos ensartados, lo que indicaría la presencia de un tzompantli de tipo mexica; dos pilastras enhiestas y enseguida dos cadáveres de adolescentes, ropa de manufactura apreciada como de seda, que después se revelaría como tejida con pelo de conejo que los españoles conocían como “almaizares”, que son “tocas de gasa usadas por los moros”, según define el diccionario a este arabismo (al-mi´zàr, “el velo”).

Los castellanos observaron que la escena correspondía a un sacrificio y que los despojos tenían cerca de veinte días. Aparte del cuauhxicalli, también hicieron referencia a unos vasos de piedra llenos de sangre.

Hicieron traer de sus naves a un indígena que era de esta tierra. Cuando lo llevaban hacia la isla se alarmó notablemente y se desmayó por el pánico que el lugar le causara. El interrogatorio que se le aplicó cuando se restablecía y se convencía de que los españoles no sacrificaban, ayudó a esclarecer la existencia de los sacrificios humanos. Puntualizó también un dato de extremada importancia: sacrificaban a enemigos de guerra, en honor de una deidad entronizada en la cúspide de la pirámide. Asimismo, empezó a aflorar el oro entre los objetos de intercambio que portaban los indios y apareció la noticia de que hacia los montes, en recorrido de medio día, se llegaba a un río de cuyo fondo de arena se extraían las pepitas de oro. Después se presenció la fundición indígena del mismo metal en recipientes de barro.

Grijalva escribió directamente al rey reportando los sucesos de su viaje. Con ello “pasaba por encima” de la autoridad de Cuba. Esto constituyó un precedente de independencia que al año siguiente asumiría por completo Hernán Cortés.

 

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Luis Barjau. Antropólogo y maestro en Etnología; realizó estudios de posgrado en Sociología en la Universitá Degli Studi di Roma, Italia. Ha sido investigador y director de Etnohistoria del INAH. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y autor de numerosos ensayos sobre el México prehispánico, así como de los libros Voluntad e infortunio en la Conquista de México, La conquista de la Malinche y Hernán Cortés y Quetzalcóatl, entre otras obras.

 

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1518. La expedición de Grijalva y su trascendencia para la conquista de México