China, lejos de los paraísos artificiales y cerca de la guerra
El opio permitió a los ingleses la compra de algodón y té a bajo precio, y reingresar en sus arcas plata. Para 1790, el emperador chino lo prohibió, tras evidenciar los estragos que provocaba entre la población.
China y la plata mexicana. Todavía en el siglo XIX China no estaba dispuesta a comerciar con Occidente debido a su autosuficiencia económica y solo autorizaba exportaciones (seda, porcelana, té, etcétera) desde el puerto de Cantón, estrictamente vigilado por las autoridades imperiales chinas. Así, las relaciones comerciales eran favorables a China porque los europeos se veían obligados a pagar con plata mexicana la creciente demanda de sus productos, única mercancía aceptada por el imperio oriental. Los ingleses, frente al enorme desbalance comercial y sin productos que les interesaran a los chinos, promovieron el tráfico de opio a gran escala a través de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Así intentarían recuperar los cientos de millones de pesos plata que habían pagado en los primeros decenios del siglo.
El peso mexicano llegó a ser la moneda más común en China. También conocida como spanish dollar, dólares de cabeza o carolus, fue el metálico con el que era vendido y comprado el opio.
Con la creciente presencia de Reino Unido en las actividades económicas, políticas y sociales luego de las Guerras del Opio, la región portuaria de Hong Kong tuvo una fuerte transformación a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Algunos de estos cambios incluso prevalecen hasta nuestros días y a escala mundial, como es el caso del banco HSBC.
El gobierno imperial, atrapado entre los ataques de los insurrectos y los bombardeos occidentales, no pudo reaccionar militarmente y fue obligado a firmar los tratados de Tientsin en 1858 y Beijing en 1860.
Los fabricantes y vendedores de opio en México se enfrentaron con el novedoso Reglamento Federal de Toxicomanías aprobado por el presidente Lázaro Cárdenas, el cual regulaba la distribución y el consumo de sustancias sicoactivas.
Las autoridades del norte de México negociaron que caravanas estadounidenses transportaran al país bienes manufacturados y de consumo, los cuales se intercambiaban por los pesos de plata acuñados en las diversas casas de moneda.
Treviño se benefició del deslinde de tierras y se hizo con excelentes propiedades en las que se instalarían empresas de renombre, como la Cervecería Cuauhtémoc.
En la segunda mitad del siglo XX, una de las labores encomendadas a Treviño desde la capital de la República fue la de expulsar definitivamente a los apaches, comanches y familias próximas, por lo que el veterano de la Guerra de Reforma se mantuvo en pie de guerra muchos años.
Finalmente, Cortés fue depositado en la iglesia de Jesús de Nazareno en la Ciudad de México, donde sus restos descansan hasta nuestros días tras haber sido exhumados en 1946.
El traslado de los restos de Cortés a América se dio al mismo tiempo que sus hijos eran acusados de traición a la Corona y despojados de todo el marquesado, aunque serían perdonados años después.
Si bien Cortés murió con su título de marqués, nunca alcanzó el poder y riqueza con los que soñó al emprender la conquista de México-Tenochtitlan y luego edificar un gran reino. Su legado pasó a manos de sus hijos, quienes también tuvieron problemas con la Corona.