En México, varios alimentos y bebidas han tenido detractores y amantes por igual. Del pulque se llegó a decir que podía extraer el peor comportamiento de la gente, mientras que otros indicaban que “no tiene la culpa el pulque, sino el briago que lo bebe”.
El pulque, el mezcal y el aguardiente, con su mezcla de aromas, sabores y texturas, llegaron a animar a la tropa de uno y otro bando en tiempos de la guerra de independencia de México, ya fuera para sacar las agallas de los insurgentes o realistas antes de la lucha, o para celebrar sus triunfos o acallar las derrotas. Con la compañía y los juegos de azar, también ayudaron a soportar la soledad o la ausencia.
Y es que cuando el amor a la patria o la defensa de ciertos principios políticos no ha sido suficiente para darse el valor de entrar al campo de batalla, el miedo se ha quitado con el trago, el llamado “coraje líquido”, al grado de llegar en ocasiones a la embriaguez cotidiana en plenos conflictos bélicos.
Desde el establecimiento del ejército regular en la Nueva España en 1765, hubo informes que reportaron que los soldados y oficiales de las guarniciones encargadas de custodiar las plazas consumían aguardiente, mezcal, vino o pulque.
Aparte, algunos estudiosos han destacado la vida difícil que se llevaba dentro del cuartel o en el campo de batalla por las múltiples privaciones y los malos tratos que recibían los subordinados de los mandos superiores. Para retenerlos, animarlos y evitar deserciones, sublevaciones y otros comportamientos que afectaran la disciplina militar, hubo que buscar “ciertas válvulas de escape” que amortiguaran los sufrimientos cotidianos.
Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #165 impresa o digital:
“Sabores, texturas y refranes, de la comida mexicana”. Versión impresa.
“Sabores, texturas y refranes, de la comida mexicana”. Versión digital.
Recomendaciones del editor:
Si desea saber más sobre la historia de la comida mexicana, dé clic en nuestra sección “Cocina Mexicana”.
De aromas, sabores, texturas y refranes