Fender vs. Gibson, la batalla por el sonido eléctrico

(segunda parte)

Marco A. Villa

En 1954 vio la luz la que para muchos es considerada la guitarra eléctrica más perfecta de la historia: la Fender Stratocaster. Su diseño ergonómico, ligereza e innovador segundo cuerno en el cuerpo del instrumento, pero sobre todo las tres pastillas que podían seleccionarse desde el interruptor de tres posiciones que daban a cada artista la posibilidad de experimentar con un amplio abanico de sonidos, eran las características con las que este modelo irrumpía en un mercado que su creador, Leo Fender, llevaba años dominando.

 

Para la marca Gibson, que aspiraba a competir ante Fender, la brecha aumentaba y sus ventas no remontaban; es más, luego del lanzamiento de la Stratocaster, se desplomaron. Con la guitarra Gibson Les Paul Custom, conocida como Black Beauty y lanzada también en 1954, la mejora económica parecía inminente dadas sus innovaciones: nuevo diseño del mástil y el posicionamiento

de los trastes que la harían más cómoda para tocar, así como la incorporación del puente Tun-O-Matic que facilitaba el ajuste. Sacó además algunos modelos baratos, como la Les Paul Junior TV –¿un guiño a la Telecaster, por la relación de TV con Tele?– y la Les Paul Special TV. Pero el sonido predilecto, según mostraba la demanda, era el de las Fender.

En 1958 Gibson lanzó su modelo Les Paul Standard, que entre sus novedades trajo las pastillas PAF que eliminaban toda interferencia y ruido, una condición por la que luego serían míticas. Pero, pese a ser una guitarra revolucionaria, aún faltaba tiempo para que fuera una de las más icónicas de la historia de la música. De hecho, en 1960, al no despuntar las ventas, se dejó de fabricar y para 1961 lanzó su modelo de cuernos puntiagudos, parecido a la Stratocaster, lo cual significó la ruptura con Les Paul. Después de negociar, en 1963 el músico retiró su nombre. A la par, el auge del rock en ambos lados del Atlántico permitió que ambas marcas comenzarán a tener notoriedad; pero, mejor que eso, a aprovechar las diferencias de sonido que les proveían: el de la Stratocaster era más dinámico y nítido, a diferencia de la Les Paul, que les concedía una mayor resonancia y profundidad acústica. Las primeras además, contaban con un peculiar vibrato y una gama mayor de graves y agudos, lo que aumentaba su potencia.

Chuck Berry, Bob Marley, Paul McCartney, Jimmy Page y otros dieron rienda suelta a su talento utilizando la Les Paul Standard, influyendo así en la mejora de las ventas del modelo y que en 1968 volviera a fabricarse. Por su parte, las Fender Stratocaster –y aún la Telecaster– ganaban adeptos mientras era utilizada por músicos de la talla de Jimi Hendrix, David Gilmour de Pink Floyd y Steve Ray Vaughan.

Con el tiempo, varios de estos músicos utilizaron ambas marcas, evidenciando que estas, más que competir, se complementaban. Sus creaciones consagrarían el sonido de una u otra; para muestra, Panama de Van Halen, The Wall de Pink Floyd o Miserlou –himno del surf– de Dick Dale llevaron los acordes de las Fender a buena parte del mundo y hasta las actuales generaciones, mientras que los de las Gibson quedaran para la posteridad a través de piezas emblemáticas como Hotel California de The Eagles, Simpathy for the Devil de The Rolling Stones o Starway to Heaven de Led Zeppelin. Entre quienes utilizaron ambas destaca Eric Clapton: Layla con Stratocaster y Lucy con Gibson. Y usted, ¿qué sonido prefiere?

 

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