Aquella empresa fue un tormento. El tormento de cientos de Sísifos condenados a empujar una piedra. No cualquier piedra, pues cuando hablamos de Rusia todo es descomunal, granítico, colosal. Era la piedra más grande del mundo movida por humanos. Un ciclópeo peñasco de granito de 1,500 toneladas que fue arrastrado seis kilómetros hasta el corazón de San Petersburgo. Una mujer fue la responsable de aquella misión: la zarina Catalina II, también llamada Catalina la Grande.