De princesa a periodista

Cuando Poniatowska recibió el premio Cervantes

Ricardo Lugo Viñas

A eso del mediodía del 23 de abril de 2014, varios catedráticos, políticos, periodistas e invitados especiales aguardaban pacientemente la llegada de los reyes de España al Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. A los pocos minutos, Juan Carlos I de España y su esposa Sofía de Grecia cruzaron el pórtico que antecede al Paraninfo, construido en el lugar exacto donde, se dice, nació el novelista, dramaturgo, poeta y soldado español Miguel de Cervantes Saavedra, autor del celebérrimo Don Quijote de la Mancha.

Como cada 23 de abril –en conmemoración del día en que se considera que Cervantes falleció–, sus majestades visitaron la pequeña ciudad de Alcalá de Henares para presidir un acto solemne: la entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes (en esa ocasión se trataba de la edición 2013), considerado como el equivalente en lengua hispana al Nobel de Literatura. La laureada era una mujer –la cuarta en ganarlo desde que se instauró el premio en 1975–: la escritora, cronista y periodista mexicana Elena Poniatowska Amor.

Elenita, como cariñosamente se le nombra en México, se veía radiante y feliz. ¡Y cómo no habría de estarlo! El jurado del Cervantes había resaltado sus méritos: “Por una brillante trayectoria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa, y por su dedicación ejemplar al periodismo, desde la crónica y el ensayo. Su obra destaca por su firme compromiso con la historia contemporánea. Es autora de obras emblemáticas que describen el siglo XX. Doña Elena Poniatowska constituye una de las voces más poderosas de la literatura en español de estos días”.

Así, aquel 23 de abril Elena recibió la condecoración de manos del rey Juan Carlos, quien aprovechó la ocasión para elogiar el vestido que portaba la galardonada: “Lleva usted los colores de España”, comentó el monarca. En realidad, Elena llevaba puesto un estridente y bellísimo vestido juchiteco que artesanas zapotecas le habían obsequiado años atrás, con la condición de que lo portara cuando recibiera un premio. Era de satín rojo con bordados amarillos. Claro está que Elena no había reparado en aquello de “los colores de España”.

Tras la ceremonia de premiación, los reyes ofrecieron un banquete para agasajar a la condecorada. En esa comida la entonces princesa Letizia, esposa de Felipe VI, se acercó para conocer y conversar con Elenita. Como se sabe, antes de casarse con el príncipe Felipe, Letizia Ortiz ejerció como periodista y conductora de televisión, y a la fecha es la primera esposa de un rey español que no proviene de la nobleza.

En cambio, Elena poseía un largo pasado de nobleza. Su padre, Jean Joseph Évremond Poniatowski, fue el heredero al trono de Polonia, pero la Segunda Guerra Mundial obligó a los Poniatowski a refugiarse en América. De ese modo, Elena –cuya madre, María de los Dolores Amor, era mexicana– llegó a México en 1942 a la edad de 10 años. Aquí aprendió a hablar español, primero con su nana y más tarde en las calles de la Ciudad de México, ejerciendo como periodista.

Mientras conversaban, Elenita –que siempre ha poseído un excelente sentido del humor– le comentó a la consorte Letizia: “Fíjese, qué chistoso, usted empezó de periodista y terminó de princesa, yo en cambio nací princesa y acabé de periodista”. A Letizia no le agradó mucho que digamos el jocoso comentario. “Creo que no le parecí tan simpática”, confesaría Poniatowska entre risas.

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