La fiesta de la tragedia

Música y Tiempo

La Redacción

Confrontado con la exclusión social y el escepticismo por parte de la industria musical, el rock mexicano encontraba en los ochenta del siglo pasado nuevos caminos que transitar. Fue la época en el que bandas y solistas urbanos, espacios casi clandestinos después considerados de culto, una identidad musical mexicana en ciernes y multitudes en su mayoría provenientes de sectores juveniles y marginales, integraban el ambiente de la escena rockera del país. A la par, un nuevo impulso llegó para los artistas nacionales e iberoamericanos de la mano del movimiento mercantil Rock en tu Idioma, creado por la compañía BMG Ariola.

 

A pesar de que al principio Rock en tu Idioma solo trabajaría con las propuestas que se ajustaban a los cánones del rock por todos conocidos –plagado de matices del pop–, de que el sonido español y el argentino ganaban terreno en el corazón de los fanáticos de nuestro país, de que las temáticas de las letras se alejaban de la denuncia y la protesta que las habían distinguido, y de que las agrupaciones mexicanas seguían en la búsqueda de un sonido característico dentro de su propia heterogeneidad, en el otoño de 1991 vería la luz el álbum que revolucionó la historia musical de su tiempo: El Circo, de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, una genuina agrupación que comenzó su andar tocando en el entorno del movimiento de los damnificados tras el terremoto de 1985.

A partir de la mezcla festiva de géneros como el punk, ska, mambo, funk, Two Tone y hip hop, además de los ritmos árabes, afrocaribeños y por supuesto los tradicionales mexicanos, El Circo es hasta hoy un documento histórico a todo rigor y a la vez memoria de distintas épocas y ambientes del siglo XX, principalmente capitalino. Canción tras canción, esta banda integrada entonces por jóvenes que se reunieron a grabarlo en la avenida Constituyentes de Tacubaya, repasó la historia del tiempo presente de Ciudad de México y de algunas otras partes con su crónica musical, apegados al concepto “disco-novela”, cuyo origen es atribuido a Eulalio González el Piporro, el cual pretendía contar historias y hacer algún comentario en medio de las canciones.

Con escasísimo presupuesto y el augurio de un irremediable final de la agrupación porque percibían que no encajaban en los estereotipos musicales del rock hispano, los integrantes de Maldita Vecindad arriesgaron también con un cambio radical en las temáticas de sus letras. Originarios de barrios populares, evocaron desde su experiencia social y cultural un amplio crisol de escenarios que conocían de primera mano: marginación, crisis políticas y económicas, migración, desempleo, prejuicios hacia la juventud, entre otros.

Así, las letras abordaron desde fenómenos como el pachuquismo que encumbró a Tin Tan, pasando por estampas de los años dorados de la vida nocturna en los salones de baile de Ciudad de México, hasta crímenes, delitos y problemáticas mayormente visibilizadas entre las décadas de los setenta y ochenta, como las de los niños de la calle o el trabajo infantil, abordados lo mismo desde la desesperanza que la ilusión. Completan El Circo un relato yucateco que cuenta con la participación del escritor Carlos Monsiváis recitando unas bombas, así como el cover a Querida, de Juan Gabriel, que quizá es el primer homenaje del rock difundido masivamente sobre una pieza emblemática de la música popular de nuestro país.

En su treinta aniversario, El Circo continúa siendo una original fiesta musical sobre la tragedia que no solo ocurre sino también se perpetua en muchos sectores sociales capitalinos. Por eso es que mantiene su vigencia.

 

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