Para los menos radicales, Nueva España es solo un gran paréntesis anterior al “verdadero” devenir de la historia de México; un hueco, oscuridad.
Por último, es importante destacar el gran mito de la historia nacional que es a mi parecer el que más se ha enraizado en la consciencia de los mexicanos y que es el epítome del estereotipo y el prejuicio: el resultado de la Conquista es una porquería. Es solo muerte y devastación, desolación y marasmo, nada digno de rescate, eso es Nueva España.
Para los menos radicales, Nueva España es solo un gran paréntesis anterior al “verdadero” devenir de la historia de México; un hueco, oscuridad. En efecto, en el imaginario popular de los mexicanos, durante trescientos años no pasó nada o si pasó algo seguro era por culpa de la maldita y sanguinaria Inquisición.
El gran olvidado de la historia nacional es, sin lugar a duda, el periodo virreinal. Pocos saben que tanto la imprenta y la universidad en Nueva España son las primeras en su género que se fundan fuera de Europa –Perú dirá que no, que su universidad es la primigenia, pero eso es una discusión de otra esfera–. Dichas instituciones producirán un saber occidental, pero ya no europeo; es decir, un saber mezclado. En las aulas universitarias, a la par que el latín, también se enseñará el náhuatl.
El galeón de Manila que atraca en Acapulco hará posible el contacto y un intenso intercambio social, cultural y económico entre Asia, América y Europa; sedas, biombos, piñatas, papel de China, mangos, cocos, canela, pimienta, clavo y arroz, además del tránsito de personas tan “mexicanas” como la China Poblana, iban y venían. El mundo se hace más grande y el puente que lo comunica es la América hispánica y el reino de Nueva España.
Pero lo más importante del mundo virreinal son sus pobladores que serán los bisabuelos de los mexicanos decimonónicos y que no pueden ser divididos de forma tajante en dos grupos homogéneos y antagónicos (blancos e indígenas), sino todo lo contrario: pícaros, rajabolsas y arrebatacapas; clérigos, frailes, indios extravagantes, caciques, negros, mulatos, mestizos, chinos, esclavos y criados; doncellas, monjas y beatas; mulatas, prostitutas, burócratas y maleantes convivían un mundo variopinto y complejo en donde las relaciones no siempre eran armoniosas, pero cuyos matices es necesario rescatar. Las excepciones eran posibles porque el sistema económico, político, cultural y religioso las permitía.
Nuestra gran deuda histórica es con la Nueva España.
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Úrsula Camba Ludlow. Maestra y doctora en Historia por El Colegio de México. Hizo una estancia posdoctoral en la UNAM. Sus principales áreas de interés son la historia cultural, la de las mentalidades, de la sexualidad, de la negritud, de la esclavitud y del México virreinal. Asimismo, se ha especializado en la asesoría de guiones para series históricas y en la difusión de la historia de México en medios digitales y redes sociales. Es autora de diversos artículos y tres libros sobre el periodo virreinal, entre ellos Imaginarios ambiguos, realidades contradictorias. Conductas y representaciones de los negros y mulatos novohispanos, siglos XVI y XVII y Persecución y modorra. La inquisición en la Nueva España.
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“Nueva España era aburrida y oscurantista”