La visión negativa sobre la ingesta excesiva de alcohol data de tiempos antiguos, pues se consideraba que exaltaba la agresividad y solía ser causa de riñas, delitos de sangre y desórdenes.
En la época prehispánica y en la virreinal se emitieron, en diferentes momentos, disposiciones tendientes a limitar la producción, venta y consumo de bebidas alcohólicas, especialmente el pulque.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el recelo contra la embriaguez se complementó con el discurso médico proveniente de Europa, según el cual, los descendientes de ebrios sufrían enfermedades físicas y psíquicas (epilepsia, locura, tendencias a la criminalidad, impotencia, esterilidad). Durante el Porfiriato, dicho discurso cobró auge entre los médicos mexicanos y la ingesta de pulque entre las clases bajas generó notable inquietud, por lo que agrupaciones confesionales, católicas y metodistas, formaron ligas que promovían la temperancia entre sus adeptos.
Los gobernantes emanados de la Revolución Mexicana heredaron la preocupación por los hábitos etílicos de los mexicanos, a tal grado que durante las sesiones del Congreso constituyente de 1917 se llegó a sugerir la implantación de la ley seca en el país. La propuesta, sin embargo, no gozó del apoyo suficiente para ser aprobada.
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Rojas Sosa, Odette María. “Patria fuerte, Patria sana”, Relatos e Historias en México, núm. 143. Pp. 16-21.
Odette María Rojas Sosa. Doctora en Historia por la UNAM. Autora de Instituto Nacional de Ciencias Penales. 40 años de historia (México, Inacipe, 2016) y La metrópoli viciosa. Alcohol, crimen y bajos fondos. Ciudad de México, 1929-1946 (México, UNAM, 2019). Sus investigaciones abordan temas relativos a la criminalidad, justicia, el vínculo entre consumo de alcohol y crimen, y los bajos fondos capitalinos en el siglo XX.
“Patria fuerte, Patria sana”