A Turing se le reconoce también por su aportación criptoanalítica durante la Segunda Guerra Mundial, al liderar al equipo de expertos que descifró la programación de los códigos nazis elaborados con la máquina Enigma, o por su trabajo en la batalla del Día D de 1944, decisiva de cara al final del conflicto.
Las elecciones federales de 1904 tuvieron una doble significación: por un lado, se amplió el periodo presidencial de cuatro a seis años; por otro, se restableció la figura de vicepresidente.
A partir de las Cruzadas medievales, las historias sobre el robo de niños a manos de judíos se extendieron por Europa con el fin de fomentar el odio contra estos.
Tras el gran brote mundial de cólera a partir de la década de 1830, en México algunos panteones fueron insuficientes para alojar a los cientos de fallecidos.
Para evitar la propagación de enfermedades y las “miasmas” que causaban los cadáveres enterrados dentro de las iglesias de la Monarquía española y sus colonias, incluida Nueva España, en 1804 el rey Carlos IV ordenó la construcción de cementerios fuera de los poblados, prohibiendo el enterramiento en iglesias y en su entorno, así como en el interior de las ciudades. Entonces, los camposantos comenzaron a establecerse a las afueras de las poblaciones, lo más alejados posible.
Reseña del libro Las Brigadas Internacionales: fascismo, libertad y la Guerra Civil española. Autor: Giles Tremlett. México, Debate, 2020, 728 p.. Precio: 189 pesos (epub).
Reseña del libro Hampones, pelados y pecatrices. Sujetos peligrosos de la Ciudad de México (1940-1960). Autoras: Susana Sosenski y Gabriela Pulido (coords.). México, FCE, 2019, 397 p.. Precio: 265 pesos.
Las frases “ningún conocimiento de fotografía es necesario” y “solo apriete el botón y nosotros hacemos el resto” acompañaron los anuncios publicados en la prensa y vaticinaron el futuro de esta práctica.
Los coliseos en Nueva España eran antiguos foros populares donde se representaban variadas obras, sobre todo comedias. Reunían a público de distintos sectores sociales.
En un acto desesperado que puso a la soberanía de Yucatán como moneda de cambio, el gobernador Santiago Méndez fue el encargado de solicitar en marzo de 1848 el apoyo de Estados Unidos para acabar con la rebelión.
Mientras en Palacio Nacional ondeaba la bandera de Estados Unidos y el Congreso mexicano discutía qué hacer frente a la derrota militar sancionada el 14 de septiembre de 1847, la élite gobernante de Yucatán propuso ceder la soberanía de ese territorio a Estados Unidos –al igual que lo hizo con Inglaterra y España– si este país desembarcaba tropas y armas para terminar con la rebelión en la península.