Si hay unos ojos auténticamente tapatíos esos son los de Katy Jurado, una de las grandes actrices del siglo XX. Su talento y esfuerzo, más que su belleza, la convirtieron en un ícono de la cinematografía hollywoodense, en la que compartió escenario con figuras que van desde Marlon Brando hasta Grace Kelly.
En un tiempo en que se prohibía a las mujeres la entrada a conferencias científicas en Madrid o Londres, Matilde Montoya sufrió los embates de académicos y una sociedad que censuraban que la mujer incursionara en profesiones consideradas solo de hombres o la creían física y mentalmente impedida para ese tipo de actividades.
La aventura de las pelonas y la infructuosa guerra contra su estilo de vida
“Ultrapelonicemos la vida”, cortarse el pelo tan corto “no era ya un tema de higiene y comodidad, ni siquiera de estética, sino de paz para la inteligencia y el corazón”. El espíritu de la modernidad que permeaba los hábitos y el pensamiento femeninos resultaba una afrenta al tradicionalismo que las mujeres debían guardar para ser aceptadas socialmente y los agresores asumían el deber moral de “reivindicarlas”.
Las cuatro cubanas que causaron revuelo a mediados del siglo XX
Mediante sus personajes reforzaron, por un lado, la asociación entre el pecado, la vida urbana nocturna y los destinos fatídicos adscritos a la prostitución; por el otro, la imagen de la mujer tropical.
Inquieta, contradictoria, apasionada, polémica, Elena Garro (la "Partícula Revoltosa") dejó una profunda huella en la literatura hispanoamericana del siglo XX.
Yo no pensaba ser escritora. La idea de sentarme a escribir en vez de leer me parecía absurda. […] Mi padre creía que podía escribir por mi afición a la lectura: en ese caso todos en la casa deberíamos ser escritores. […] Yo quería ser bailarina o general. (Elena Garro)
Sobre el título de Cantarina de Cámara del Imperio otorgado por Maximiliano a Peralta en 1865, el escritor liberal Ignacio M. Altamirano sentenció: “Toda la frescura de los laureles que había traído de Europa se marchita vergonzosamente, ante la aceptación de ese nombramiento de una corte bufa y oprobiosa”.
¿Conocen la llama revolucionaria de esta protagonista de la Historia de México?
La máquina de escribir enmudeció ese 13 de julio de 1942. Su dueña, aquella mujer que la ametrallaba con vehemencia para estampar ideas, críticas y reflexiones, había fallecido. Y no solo eso: la hija tuvo que vender la reliquia en que su madre escribió cientos de agudos artículos y ardientes discursos para costear su entierro. Así partía de este mundo la liberal, revolucionaria y luchadora social Juana Belén Gutiérrez de Mendoza.
Pese a las reticencias familiares, en abril de 1892, en el Principal, se inició de manera formal en el teatro profesional, como “primera dama joven” de la compañía del español Leopoldo Burón. Las funciones resultaron un éxito y Virginia Fábregas se fue de gira con la compañía de Burón por algunas ciudades del país e incluso a La Habana, Cuba.
Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, expresó el astronauta Neil Armstrong al pisar la Luna por primera vez en la historia. Sin embargo, hasta hace poco salió a la luz (después de décadas de permanecer en la oscuridad) que esa hazaña tuvo pies de mujer, y de mujer afroamericana.
Es marzo de 1917, la nueva Constitución acaba de ser promulgada y en el cielo mexicano se respiran aires de cambio. También es tiempo de elecciones para renovar la presidencia, diputados y senadores. En esos días agitados, un hecho sorprende –y para muchos resulta inaceptable–: la candidatura de Hermila Galindo para diputada por el quinto distrito electoral de Ciudad de México.