El maestro judoka exhibió su arte en México a principios del siglo XX
El Conde Koma transformaba radicalmente su postura y con ágiles movimientos lanzaba a sus oponentes por el aire o les hacía pedir clemencia mediante llaves bien aplicadas.
Mientras acumulaba éxitos con la publicación de sus libros y la exhibición de películas basadas en su creación literaria, su fama creció y con ella los mitos acerca de su identidad.
Diego Colón, hijo del Almirante de la Mar Océana, requería trabajadores para sus dominios como gobernador de las Antillas, y el comercio de esclavos no era lo suficientemente desarrollado para traerlos de las ignotas tierras de África. Así que Diego determinó mandar a Juan de Valdivia a Panamá para que le consiguiera los brazos necesarios para incrementar su riqueza. Pero en esos rumbos selváticos y agrestes todos querían ser jefes y más pronto que tarde Juan de Valdivia y Vasco Núñez de Balboa, tuvieron disputas por el mando. Valdivia mandó a Diego de Nicuesa con rumbo a la isla del Almirante Colón sin saber que un temporal perdería a la nao Santa Lucía, donde iban también, Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, que junto a nueve personas más, llegarían —primeros náufragos de América— a cabo Catoche, al norte de la península de Yucatán. Esta es su historia.
El juego de pelota fue practicado, en diferentes versiones, por distintos pueblos mesoamericanos. Conocido por los mexicas como tlachtli, este acto ceremonioso también cumplía con funciones rituales, diplomáticas, deportivas y políticas. En 2010, en la calle Guatemala de la Ciudad de México, a unos cuantos metros de la zona arqueológica del Templo Mayor, se halló un fragmento de la cancha más importante del juego de pelota en Tenochtitlan.
Con el tiempo, la pulquería supo echar mano de todos los elementos históricos, sociales, religiosos y patrióticos que permeaban a la sociedad novohispana popular de aquellos tiempos.