Ruinoso lujo extranjero, en el pueblo alto extendido. El medio muy abatido, y el bajo de limosnero. La ley convertida en cero, el gobierno sin acción, conatos de insurrección, por todos en general. Esta es del México actual la exacta definición. (Periódico El Cosmopolita, 21/Jul/1841)
Estados Unidos pagaría diez millones de dólares por La Mesilla, con un adelanto de siete millones y tres más cuando quedara concluida la línea divisoria. Santa Anna dirigió desde México las transacciones y dispuso del dinero directamente. Le ordenó a Arrangoiz destinarle 15 000 pesos para sus gastos personales, que él llamó “comisión secreta”. El 86 por ciento de lo que Francisco de Paula sacó de los bancos de Nueva York fue a parar para reembolso de los adelantos de prestamistas. A Barrón, los hermanos Mosso, Iturbe, Rubio, Mier y Terán, Juan Rondero, José Ramón Pacheco, Jecker, Torre y Cía. se les pagaron los adelantos con su consabido interés. Del total, 42.7 por ciento fue a parar a manos de Escandón, el consentido del régimen.
Los negocios de la burguesía en el último gobierno de Antonio López de Santa Anna
Una de las imágenes más populares y recurrentes de Antonio López de Santa Anna es la que dejó de su último gobierno (20 de abril de 1853 al 12 de agosto de 1855): la de un dictador que aumentaba los impuestos de manera indiscriminada y absurda, de autoritario, “vendepatrias” y traidor. Hay que agregar otras facetas del personaje que merecen atención: la del gobernante que hizo negocios desde el poder y que otorgó concesiones, permisos y licencias a discreción. Que ligó las finanzas públicas al tráfico de influencias para favorecer a militares, políticos y empresarios-agiotistas que le allegaban recursos a través de préstamos. El espacio de negociación que abrió el Ejecutivo con los dueños del dinero permitió la corrupción.
Durante la mayor parte del siglo XVI la economía del Nuevo Mundo estuvo dominada por la monarquía española a través del monopolio de exportaciones sevillanas. A finales de la centuria, en las capitales de los virreinatos americanos se formó una influyente clase de mercaderes mayoristas, quienes comercializaron y distribuyeron al interior del continente los productos más solicitados.
Tanto el convento como el templo constituían uno de los más relevantes ejemplos del arte virreinal; sobresalía en todo el conjunto la extraordinaria capilla de la Virgen del Rosario que, edificada al lado izquierdo del templo grande, hoy ha desaparecido.
En julio de 1867, como parte de los festejos por el triunfo de la República, sobre el zócalo del inconcluso monumento a la Independencia se colocó una estatua donada por el estado de Querétaro que exhibía una Victoria sentada en un pedestal. Su estadía fue efímera y su destino se desconoce. Solo queda registro de su existencia por una fotografía que aquí mostramos y por las crónicas del evento.
Este estilo fue introducido a México mediante un largo proceso de intercambio cultural en las primera décadas del siglo XX, luego de que en Estados Unidos fuera influido por muchos elementos, tanto históricos (la depresión económica mundial iniciada en 1929, el sistema de explotación y esclavitud imperante en los campos de cultivo y la industria) como sociales (las condiciones de trabajo de la comunidad negra y sus formas de expresión musical, ligadas a los cantos espirituales africanos o a las canciones para el trabajo o las marchas callejeras, en ejecuciones con pocos instrumentos) y musicales (el blues, el foxtrot, el swing, el ragtime como caldo de cultivo).
La palabra jazz apareció hasta 1913. Denominaba a ese estilo o género musical surgido en el sureste de los Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX, fruto de la mezcla de varias culturas musicales, entre las que destacan las tradiciones africana, americana y antillana. El término puede significar en su traducción literal “vivacidad” o “frenesí”. Se dice que está cargado de una connotación sexual; incluso algunas publicaciones periódicas de los años veinte en Hollywood hablaban del famoso “beso-jazz”.
El Tornillo, un periódico marginal de derecha, criticaba a los huelguistas al poner al presidente Lázaro Cárdenas tratando de detener las acciones “desatentadas” de los obreros.
En el siglo XVIII, Lorenzo Boturini recopiló en Nueva España valiosos documentos prehispánicos, algunos de los cuales hoy están resguardados en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México.
El médico hidalguense don Antonio Peñafiel es autor de casi una centena de libros; ideó el pabellón que presentó México en la famosa Exposición Universal de París de 1889; coordinó el primer censo moderno de la población en el país; además, bajo las órdenes de los generales Ignacio Zaragoza y Jesús González Ortega fue de los valientes doctores que se encargaron de atender a los mexicanos heridos en combate en medio de los disparos y las carencias propias de la guerra por la Segunda Intervención francesa.