Nuestras Historias

  • La ciudad de José Guadalupe Posada

    La ciudad de José Guadalupe Posada

    Su final en Tepito y su eternidad con la Catrina

    Agustín Sánchez González

    Calles como Santa Teresa la Antigua, Santa Inés, del Relox, de la Encarnación, Hospicio de San Nicolás, Cuadrante de Santa Catarina, son parte de un pasado por donde a diario, durante un cuarto de siglo, caminaba un hombre mirando e imaginando un mundo que plasmaría en un dibujo a fin de llevarlo a la plancha de piedra o de zinc para que, desde finales del siglo XIX y hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX, los habitantes de la Ciudad de México tuvieran en sus manos (y a veces, colgadas en las paredes de sus casas) hojas de papel con un dibujo suyo.

  • José Guadalupe Posada, un artista desdeñado

    José Guadalupe Posada, un artista desdeñado

    Agustín Sánchez González

    De Posada se ha escrito mucho, pero se sabe muy poco. Pocos de sus contemporáneos dejaron alguna breve observación de un hombre que trabajó en tres estados de la República Mexicana, que fue grabador, caricaturista, ilustrador de decenas de publicaciones y libros e impresor de miles de grabados.

  • José Guadalupe Posada: sus casas, sus imprentas

    José Guadalupe Posada: sus casas, sus imprentas

    Agustín Sánchez González

    La pobreza y la soledad fueron los acompañantes de don Lupe cuando fue llevado al Panteón Civil de Dolores en 1913. Más tarde, sus restos fueron echados a la fosa común y aquel hombre se convirtió en una calavera del montón.

  • “¡Conciudadanos! ¡La República está en completa paz!”

    “¡Conciudadanos! ¡La República está en completa paz!”

    Agustín Sánchez González

    Desde los inicios del régimen porfirista se presentaron insurrecciones en el país. Este cartón, del genial Santiago Hernández, muestra a un joven Porfirio Díaz con un atuendo semejante al de Don Quijote, en la publicación del mismo nombre, afirmando “¡Conciudadanos! ¡La República está en completa paz!”.

  • Anécdotas de Juan Rulfo

    Anécdotas de Juan Rulfo

    (Segunda parte)

    Ricardo Lugo Viñas

    En vida el enorme Juan Rulfo, acaso el escritor más valorado de la narrativa mexicana del siglo pasado, no escapó de dicho tormento propio de la supervivencia y la vida literaria y practicó toda suerte de oficios, algunos de ellos –se podría decir– los menos literarios del mundo. En un principio, sus obras –que hoy se venden como el pan caliente– carecieron de fama y fortuna. Su libro de cuentos lo regalaba de mano en mano, entre amigos y familiares, y su novela fue unánimemente mal recibida por la crítica mexicana. Ambos, pues, resultaron verdaderos fracasos comerciales.

  • De las magnas bibliotecas a Wikipedia

    De las magnas bibliotecas a Wikipedia

    (Primera parte)

    Marco A. Villa

    La de Alejandría, creada por orden de Alejandro Magno en el siglo IV antes de nuestra era, sería la materialización del sueño de tener una biblioteca universal que almacenara las más y mejores obras generadas por el ingenio de las sociedades, con las que además miraban hacia la posteridad. Sería tal vez inmortal. Quizá también una que en definitiva aclarara “los misterios básicos de la humanidad”, “en todos los idiomas”, como escribió en 1941 Jorge Luis Borges, a propósito de su biblioteca de Babel, protagonista de su cuento homónimo. Pero la de Alejandría, que según se estima alcanzó centenas de miles de rollos en sus mejores épocas, no ha sido el único esfuerzo que ha cristalizado esa ambición de acumular el mayor conocimiento generado en el mundo, pues incluso en el entorno virtual de este tiempo, con Wikipedia –con mucha mejor suerte en cuanto a número de visitantes se refiere–, esto se mantiene vigente.

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