Ramón López Velarde, poeta consagrado después de la muerte

Carlos Martínez Assad

El “nacionalismo de López Velarde nace de una lucha, de una pasión oscura en el espíritu del poeta. Espectador de los años crueles de la Revolución Mexicana, miraba las ruinas ambientes en los paisajes maravillosos de la tierra y de los hombres. Era demasiado católico para ser revolucionario; había en su alma un fermento de reacción inevitable.

 

Ramón Murió el 19 de junio de 1921, cuando apenas había cumplido 33 años. Si bien fueron celebrados sus primeros poemarios, no conoció el éxito que se dio después de su muerte. El mismo Pablo Neruda llegó a México en ese año y tiempo más tarde develó que no conocía ni sabía que moría el “poeta esencial y supremo de nuestras dilatadas Américas”. También escribió sobre él porque cuando el poeta “cantaba y moría, trepidaba la vieja tierra. Galopaban los centauros para imponer el pan a los hambrientos. El petróleo atraía a los fríos filibusteros del Norte. México fue robado y cercenado, pero no fue vencido”. Lo consideró el “patriota que sólo quiso cantar”, sobre todo pensando en Novedad de la Patria y La suave Patria, ambos publicados por la revista El Maestro, dirigida por José Gorostiza cuando José Vasconcelos transitaba de rector de la Universidad Nacional de México a la Secretaría de Educación Pública.

Quién sabe qué habría opinado el poeta al saber que su poema más citado dio lugar al pasaje que contó José Emilio Pacheco: “Es fama que al morir López Velarde, Vasconcelos fue al Castillo de Chapultepec para conseguir que el gobierno pagara las exequias. Álvaro Obregón, uno de los rarísimos presidentes mexicanos aficionados a la poesía y discreto versificador él mismo, amaba a Vargas Vila y a Julio Flórez pero ignoraba quién era el muerto. Vasconcelos le leyó ‘La suave Patria’. En su siguiente acuerdo ministerial Obregón la recitó como si la hubiera estudiado mucho tiempo”.

Al recitar de memoria Obregón el poema luego de escucharlo en una sola ocasión para alardear de sus capacidades nemotécnicas, sin proponérselo lo consagró para la historia oficial de las veladas escolares, aunque el propósito del poeta desde que ensayó con Novedad de la Patria solo fue “concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa”.15 Y como afirmó Octavio Paz: “Su México no es una patria heroica sino cotidiana, entrañable y pintoresca, vista con ojos de enamorado lúcido y que sabe que todo amor es mortal”.

 

 

Carlos Martínez Assad. Doctor en Sociología Política por la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de la Universidad de París. Investigador emérito de la UNAM y del SNI. Recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2013. En 2012 fue distinguido por el INEHRM con el Premio a la Trayectoria en Investigación Histórica sobre la Revolución Mexicana “Salvador Azuela”. Ha coordinado los volúmenes La ciudad cosmopolita de los inmigrantes (2012) y De extranjeros a inmigrantes en México (2008), y es autor de En el verano, la tierra (2014), La Ciudad de México que el cine nos dejó (2010), La Patria en el Paseo de la Reforma (2005), Laboratorio de la Revolución: el Tabasco garridista (2004), Memoria de Líbano (2004) y Los sentimientos de la región (2001), entre otros libros.

 

Martínez Assad, Carlos. “Poesía, política y fe. Ramón López Velarde y el Partido Católico Nacional”, Relatos e Historias en México, núm. 142. Pp. 72-81.

 

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Poesía, política y fe. Ramón López Velarde y el Partido Católico Nacional