El candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado el 23 de marzo de 1994 en la colonia Lomas Taurinas de la ciudad de Tijuana.
En 1868, durante el gobierno de Benito Juárez, el gobernador duranguense José María Patoni, combatiente en la Reforma y crítico del poder federal, también fue asesinado al poco tiempo de salir de prisión, en donde fue recluido por haber respaldado en 1865 al general Jesús González Ortega que, en calidad de presidente de la Suprema Corte y con base en la Constitución, pretendió ocupar el lugar de Juárez durante la invasión francesa.
Ya en el siglo XX, durante la etapa revolucionaria, el magnicidio –y la acusación hacia el grupo en el poder– se volvió frecuente. Diversos personajes, como el presidente Venustiano Carranza, fueron apartados de sus cargos por medio del asesinato y la política se legitimó a través de la violencia, como sucedió con el llamado grupo sonorense.
El último gran caso de impacto nacional fue el asesinato del candidato a la presidencia Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994. Al respecto, algunos llegaron a mencionar como probable implicado al presidente de la República Carlos Salinas de Gortari. Al final, este crimen dio lugar a un proceso que se convirtió en un laberinto de sospechas, declaraciones y teorías conspirativas.
Gerardo Díaz. Licenciado en Historia por la UNAM. Estudia el posgrado en la misma institución. Es investigador iconográfico de diversas publicaciones.
Díaz, Gerardo, “Magnicidios de ayer y hoy”, Relatos e Historias en México, núm. 141, p. 59
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