Las carreras de automóviles en los años revolucionarios

Miguel Ángel Vásquez Meléndez

Las carreras de autos podían representar un amplio riesgo para los espectadores debido a las altas velocidades que los conductores alcanzaban sobre los estrechos circuitos.

 

El 9 de abril, en las páginas del periódico El Pueblo se leía: “La carrera de la muerte. En el torneo automovilístico de ayer perecieron trágicamente nueve personas y resultaron, además, algunos heridos”. Así se describía el comienzo de las carreras: “¡Ante la exquisita garrulería de colores, flores y caras bonitas de mujeres que admiraban desde las tribunas, removiéndose impacientes en sus asientos, la intrepidez de los pilotos en el hipódromo de Condesa, estos, poseídos de un espantable vértigo, volaban más que corrían a bordo de sus potentes máquinas automóviles, en persecución de la victoria o la muerte, la insaciable, la eterna!”.

De acuerdo con el programa se realizó la primera carrera con ocho participantes que cubrieron cerca de 32 kilómetros. La segunda resultó poco atractiva; solo se inscribieron tres coches y uno se averió antes de llegar a la meta. Finalmente, la tercera carrera, “la más sensacional”, según la nota periodística, consistió en treinta vueltas a la pista, 63 kilómetros a toda velocidad. Al respecto se anotó: “Cuando más interesante parecía estar la carrera de la tercera categoría, cerca de las 12:45, advirtiose una nube de polvo en el extremo de la derecha de la pista, y escuchose una serie de exclamaciones de terror vertidas por los espectadores que se encontraban cerca de ese lugar, inmediatamente una gran parte del público se dirigió corriendo al sitio de donde salían los gritos y las exclamaciones, entre el ruido que producían los autos en su carrera, y los camiones de la Cruz Roja que también de prisa se dirigían en busca de las víctimas”.

 

Miguel Ángel Vásquez Meléndez. Doctor en Historia por El Colegio de México. Ha sido analista en el Archivo General de la Nación. Entre sus libros destacan Fiesta y teatro en la Ciudad de México (2003), México personificado. Un asomo al teatro del siglo XIX (2012), Entre la diversidad y la especialidad. Enrique de Olavarría y Ferrari en los orígenes de la historiografía teatral mexicana (1869-1896) (2016) y Los patriotas en escena (2018). Actualmente es investigador en el INBAL-CITRU.

Vásquez Meléndez, Miguel Ángel, “Rápidos, furiosos y... muertos”, Relatos e Historias en México, núm, 141, pp. 26-29.

 

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