automóviles

  • Cuando México conoció el Vocho

    Cuando México conoció el Vocho

    Un “idilio” que nació en 1954

    Marco A. Villa

    En la explanada frente a la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria era exhibido por primera vez el carro que al pasar el tiempo se convertiría quizá en el más querido de México: el Volkswagen sedán.

  • La llegada del automóvil a principios del siglo XX

    La llegada del automóvil a principios del siglo XX

    Miguel Ángel Vásquez Meléndez

    Varios automóviles circularon a velocidad moderada durante un desfile incluido en el programa de los festejos conmemorativos de la batalla del 5 de Mayo. Las modernas máquinas transitaron entre flores, confeti y serpentinas desde el bosque de Chapultepec hasta la calle de Madero, e iluminaron con sus faros las calles de la romería.

  • El invento de la acera

    El invento de la acera

    Arnaud Exbalin

    La creación de aceras respondió a la necesidad de aislar al peatón del tránsito vehicular con la intención de protegerlo de algún accidente. Sin embargo, con estas también se imponía la preferencia del transporte sobre los caminantes en la ocupación del espacio público.

  • Erradicar el uso del coche

    Erradicar el uso del coche

    Arnaud Exbalin

    De carga, personal, de alquiler, propio, de dos o cuatro caballos, los coches cambiaron el paisaje y la vida cotidiana en las ciudades desde su aparición.

  • Un panfleto contra los coches

    Un panfleto contra los coches

    Arnaud Exbalin

    ¿Será que hubieron más accidentes al final del siglo que al principio, o más bien que, con la generalización del acceso a la ciudadanía, ahora cada quien se sentía libre de sentarse a redactar denuncias de los excesos de los transportes a caballo? Lo cierto es que, a lo largo del siglo XVIII, la velocidad de los vehículos fue aumentando de manera significativa.

  • ¿Prohibir el uso de coches particulares?

    ¿Prohibir el uso de coches particulares?

    Arnaud Exbalin

    En París, el asesino es “aquel que, sin pasión ni necesidad, abre de repente las puertas de su casa y se abalanza como un demente sobre mil de sus semejantes, arrojándoles toda la fuerza de un carro veloz y de dos vigorosos animales”. Lo que textos de ese tipo vienen a ilustrar es una auténtica guerra social entre peatones y usuarios de coches.

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