Mina –con toda su fama y estrategia guerrillera– no pudo convencer a los dirigentes americanos de un cambio ofensivo en su lucha.

Algunos comerciantes estaban a la expectativa de su llegada, pero al ser descubiertos denunciaron los intentos que hizo Mina para contactarlos.

El prestigio del guerrillero navarro crecía a lo largo y ancho de la Nueva España.

Servando Teresa de Mier hablaba entusiasmado de la revolución que se había iniciado en 1810 en la Nueva España.

Viajó desde Europa a América con la intención de combatir al gobierno absolutista de Fernando VII y luchar por la libertad del reino de Nueva España.

Calleja presentó batalla a un enorme pero desmoralizado ejército.