La llegada de Xavier Mina tuvo impacto en varios de los sectores de la Nueva España. El navarro tenía aquí la fama del heroísmo y valentía atribuída a los guerrilleros que enfrentaron a Napoleón en la España peninsular, e incluso algunos pensaron que el que había llegado era su tío Francisco Espoz. De ahí la confusión de sus nombres que aún persiste. El verdadero nombre de Mina, el Mozo, fue Xavier, como puede constatarse en las firmas que se conservan, no Francisco Javier.
Algunos comerciantes estaban a la expectativa de su llegada, pero al ser descubiertos denunciaron los intentos que hizo Mina para contactarlos. Por su parte los insurgentes se congratularon de tan preciado refuerzo y lo informaron entusiastas a sus compañeros. Muchos criollos y peninsulares observaron sus esfuerzos y avances. Debido al prestigio que envolvía a Mina se creía posible lograr una alianza de los diversos intereses tanto realistas como insurgentes para lograr al fin la independencia de la Nueva España, como lo proponía Mina, unión que finalmente alcanzara Agustín de Iturbide en 1821.
Algunos jefes insurgentes mostraban vicios y degradación. El joven navarro se encontró con el padre Torres (homónimo del que estuvo con Hidalgo en Guadalajara), jefe insurgente que se sintió desplazado por Mina, por lo cual desde el primer momento le negó cualquier auxilio y entorpeció en todo lo posible las acciones del joven guerrillero.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Xavier Mina” de la autora Gustavo Pérez Rodríguez y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 6.
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