Revolución Mexicana

  • Los Reyes Gómez y la nostalgia por la hacienda

    Los Reyes Gómez y la nostalgia por la hacienda

    Juan Antonio Reyes-Agüero

    Llegó el tiempo del general Lázaro Cárdenas, y con él la decisión de hacer cumplir la promesa de repartir las propiedades de las haciendas. Manuela trató de sobrellevar las presiones, combinando decisiones firmes con actitudes condescendientes hacia los agraristas de don Lázaro, pero todo fue inútil.

  • Los Ortega Rea, al destierro

    Los Ortega Rea, al destierro

    Juan Antonio Reyes-Agüero

    Aunque Isidro se declaró gente de paz, no se detuvo el acoso de los carranclanes que, aprovechando la coincidencia de los apellidos, lo declararon pariente del general villista Toribio Ortega. Con la acusación, la sentencia había sido dictada… En la carreta, Isidro colocó su tristeza entre los pocos trastos y algunas ropas hechas garras, bien acomodadas para que no se maltrataran. Con su mujer María de los Ángeles, acompañados por Severa y Guillermo, tomaron el camino del exilio, con los derrotados, los despojados. Así, se sumaron a la diáspora mestiza de desplazados por la Revolución.

  • Los Rea y la niña que el remolino arrulló

    Los Rea y la niña que el remolino arrulló

    Juan Antonio Reyes-Agüero

    Para las últimas décadas del siglo XIX, el país se solazaba con la paz porfiriana y el progreso montado en los rieles del tren. Por esa época llegó al norte de Zacatecas un viento cargado de heladas y sequías. Su estela dividió familias, salpicó de viruela a unos, mató de tifo a varios y ahuyentó a los demás.

  • ¡Y ni parientes eran!

    ¡Y ni parientes eran!

    Juan Antonio Reyes-Agüero

    Todo por apellidarse Ortega… La tragedia de una familia del norte en los tiempos de la Revolución

  • Blasco Ibáñez y la historia negra de la Revolución

    Blasco Ibáñez y la historia negra de la Revolución

    Javier Villarreal Lozano

    El novelista de médula republicana que fue Blasco Ibáñez cuenta: “Cuando salí de la República [mexicana], a principios de mayo, el presidente Carranza era ya un vencido y preparaba su retirada a Veracruz. Al llegar a Nueva York, supe que había escapado… y que andaba vagando en las montañas con unos cuantos fieles”.

  • Lo último de que nos faltaba

    Lo último de que nos faltaba

    Agustín Sánchez González

    Aún seguían los disparos en algunas regiones del país y recién se había promulgado la Constitución mexicana de 1917, cuando apareció un nuevo y doloroso fenómeno: la llamada influenza española, que era señalada por el diario ABC como una “guerra a las cochinadas”.

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