Vicente fue de aquellos niños que se ven en las fotografías de la Revolución cargando un fusil más alto que ellos; de los que sobrevivieron y, al final de la cruenta guerra y las sucesivas rebeliones posrevolucionarias, ingresaron por primera vez a la vida civil. Entre los fusiles se inventa como fotógrafo y camarógrafo documentalista, colaborando en sus postrimerías en uno de los noticiarios más vistos de los años cincuenta. Aunque es casi desconocido, nos quedan vestigios de su trabajo al amparo de la UNAM, que resguarda algunas de sus fotografías y trozos de películas.
La historia está llena de personajes de singular interés cuyo rastro se pierde entre papeles burocráticos. Tal es el caso Vicente Cortés Sotelo, un aventurero en el buen sentido de la palabra, armado a veces con la carabina, otras con la cámara fotográfica o la llave de mecánico, en los turbulentos años de la Revolución.
Vicente fue licenciado con el grado de capitán 2º de Caballería, de la Brigada de Manuel Ochoa, junto a los restos de la División; tenía entonces 18 años y no sabía otra cosa que hacer la guerra y vivir en la milicia.
Durante los siguientes años nuestro personaje inicia otra vida y quién sabe cómo se involucra en una nueva actividad: maneja un modesto estudio fotográfico en su natal Ciudad Juárez, “Foto Cortés”, ubicado en la calle del Porvenir número 3. También adquiere una cámara de cine y filma algunos documentales. No sería el único ni el primero que cambió el disparo del fusil por el de la cámara fotográfica. Quizá debido a que desde niño vio e incluso convivió con los fotógrafos que registraron la revolución, por lo que pudo presenciar reiteradamente el trabajo de los camarógrafos Alva, pioneros del cine documental.
En 1965 la revista Impacto presentó el artículo “Cien documentales inéditos de la Revolución”, cuya información se ha repetido en otros documentos. Ahí se dice que Cortés Sotelo se dedicó a filmar desde 1900 y que tenía más de 100 películas sobre la lucha revolucionaria, así como aspectos sociales y culturales del país. Pero es claro que no puede ser verdad; quizá Vicente, de alguna manera, adquirió material producido por alguien más. De hecho, en 1935 mostró al presidente Lázaro Cárdenas una extensa lista de títulos de “su filmografía”; el primero se llamaba Don Francisco I. Madero proclamó la revolución y sublevó a todo el pueblo mexicano, al grito de tierra, justicia y libertad, en contra del gobierno de Porfirio Díaz.
En 1920 trabajó para la candidatura a la presidencia del general Álvaro Obregón en la mayor parte de los estados de la República, haciendo campaña proselitista. Tras el triunfo de éste, Vicente solicitaría que se le dieran permisos de tránsito por todo el país para filmar documentales y exhibirlos en el extranjero. Para 1923 es comisionado por el general Francisco R. Serrano para realizar nuevamente propaganda dentro del ejército, ahora en favor del general Plutarco Elías Calles, y de esta forma mantiene sus ligas con el triunfante grupo de los políticos sonorenses.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Vicente Cortés Sotelo” del autor Arturo Guevara Escobar y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 66