¡Y ni parientes eran!

Juan Antonio Reyes-Agüero

Todo por apellidarse Ortega… La tragedia de una familia del norte en los tiempos de la Revolución

 

También escuchó ladrar a los perros: “¡Por ser pariente de quien eres! ¡Nada tienes que hacer aquí! ¡Al paredón, cabrón!”. La acusación, ya con la sentencia incluida, empujó a Isidro Ortega a salir de Nieves, Zacatecas. Lo peor de todo es que… ¡ni parientes eran!

Avanzaba 1918. Se afianzaba en el poder la facción triunfante de los revolucionarios. La revancha guerrillera de los villistas asolaba varias regiones. Por eso, el gobierno federal impulsó la eliminación de todo lo que tuviera un tufo a villismo. Los victoriosos constitucionalistas, comandados en aquella región por el general Francisco Murguía, supieron que era el momento para ladrar por antiguos agravios y viejos desaires, dirimir con ventaja ofensas postergadas y eliminar o despojar de sus bienes a los exvillistas o a los acusados de serlo. Se pusieron a conjugar el verbo que inventaron: carrancear… ¡y sabían hacerlo muy bien!

En esas conjugaciones, señalaron a Ortega como gente de Calixto Contreras y Severino Ceniceros. Para reforzar el dicho, lo emparentaron con el general villista Toribio Ortega, revolucionario de antes de la primera hora. Pero nada más lejos que las 117 leguas de distancia que hay entre Cuchillo Parado, Chihuahua, tierra de este, y la parcela de Isidro, en el norte zacatecano. Pero eso era lo de menos. Había que aprovechar la oportunidad. “O te vas o te fusilamos”, amenazaron a Isidro. Todos sabían que lo del parentesco era lo de menos; el propósito era apropiarse de sus tierras.

 

Toribio Ortega (1870-1914)

Alentó a la comunidad de Cuchillo Parado, Chihuahua, en contra del caciquismo regional y estatal. Por la vía pacífica lo hizo como miembro del Club Antirreeleccionista, pero al considerar fraudulenta la victoria de Porfirio Díaz en 1910, se alistó para la lucha revolucionaria. Fue conocido por anticiparse al llamado maderista y levantarse en armas el 14 de noviembre. Quedó bajo el mando de Pascual Orozco, hasta la victoria de Francisco I. Madero. Más tarde apoyaría al gobierno contra la rebelión orozquista y, tras asumir Victoriano Huerta la presidencia, se uniría a las fuerzas de Francisco Villa, en las que fue uno de sus hombres más leales y confiables. Durante la batalla de Zacatecas, en junio de 1914, resultó herido y después enfermó. No pudo recuperarse y convaleció hasta su muerte en Chihuahua, al mes siguiente. Hasta hoy es recordado como un ícono de valentía de la División del Norte.

 

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Juan Antonio Reyes-Agüero. Doctor en Ciencias Biológicas por la UNAM y maestro en Botánica por el Colegio de Postgraduados. Es profesor-investigador en el Instituto de Investigación de Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, e investigador nivel I del SNI.

 

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