El Estado mexicano, como muchos otros en el mundo, se construyó con guerras, con imposiciones, con despojos. Se ha escrito su historia como una pérdida de territorios y de los agravios que se padecieron por parte de potencias imperiales. Pocos se atreven a reconocer que en la construcción del Estado propio también se cometieron esos actos. Así comenzó a escribirse la “historia patria” desde principios del siglo XIX, hasta que se elaboró el relato oficial por encargo del gobierno liberal.